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La revolución de los jueces

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Fecha Publicación: 26/06/2025 - 23:00
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Hemos entrado a la etapa kafkiana de lo que queda de la mal llamada democracia peruana.
Mal acostumbrados como seguimos estando —hace un cuarto de siglo— a que las cosas en nuestro país cada día superen en peligros y vicisitudes al anterior —atentando contra la estabilidad socioeconómica, además de corroyendo la vida política de los peruanos—, damos por hecho situaciones absolutamente intolerables en un Estado de derecho democrático. Como aquel que, supuestamente, lo ordena nuestra Constitución y nuestras leyes.
Empecemos por este ralentizado golpe de Estado judicial que contemplamos cada día más indignados, desde que la izquierda capturara el poder con la pareja Humala-Heredia como protagonista de una anticipada tragedia de corrupción que aún no tiene cuándo terminar. El forjador de esta conspiración fue Alejandro Toledo, quien impuso a —su en aquel momento guardaespaldas— Gustavo Gorriti como zar de la Fiscalía de la Nación. Y tras el refrescante gobierno de Alan García, empezaría el suplicio con la instalación en Palacio de Gobierno del temerario “yo soy socialista” Kuczynski, quien, además de concertar con las izquierdas, gobernaría con los pies.
Por último, nos inundó de criminales venezolanos liberados de las prisiones por el impresentable Maduro, convirtiéndonos en una nación acorralada por la extorsión, el sicariato, el asalto, el asesinato y demás crímenes que diariamente perpetran los trenes de Aragua y demás bandas homicidas venezolanas, cómodamente instaladas en nuestro país, cortesía de PPK.
Sí, amable lector. Como decimos al comienzo de este comentario, estamos presenciando un golpe de Estado judicial que viene dejándonos cada hora más desamparados respecto a la defensa de nuestros derechos ciudadanos.
Ahora no solamente contemplamos cada día tanto a jueces, así como a fiscales, liberando a homicidas arrestados en flagrancia por la policía; y, simultáneamente, procesando como criminales a nuestros custodios del orden que bregan por capturar a magnicidas de inmenso peligro, apelando a la fuerza para cumplir con la ley y proteger a Juan Pueblo del hampa. Aunque lo que estamos comprobando es que nuestros jueces y fiscales se encuentran enfrascados en una infernal guerrilla interna que, muy apresuradamente, persiste en dejar indefensa a la sociedad.
¡Hablamos de una “justicia” aplicada según los códigos totalitarios de la progresía caviar! Un ucase que consagra el crimen y condena todo lo relacionado al respeto por la verdad y el derecho constitucional como el judicial.
El quebrantamiento del Ministerio Público —por parte de jueces de primera como de segunda escala; inclusive hasta vocales supremos— que diariamente venimos corroborando, no se registra ni en las peores dictaduras. Una estremecedora advertencia para los peruanos de todos los niveles sociales.
Si a una fiscal de la Nación se le maltrata como determinados “jueces” de la Corte Suprema vienen haciéndolo con la magistrada Patricia Benavides, imaginen, amables lectores, lo que podría sucederles a ustedes.
Estamos tocando fondo. La coyuntura es grave. Lo que tenemos es una revolución mafiosa, comandada por la camorra caviar que preside el portavoz político de gente inescrupulosa —pero poderosa— llamado Gustavo Gorriti, conspirando con una argolla de miserables jueces y fiscales.

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