A la semana del golpe del 30 de septiembre (30-S)
Con el cierre del Congreso el 30-S queda claro que el anhelo del Perú de pertenecer, como México y Chile, a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) -que promueve la fortaleza institucional- se ha ido al tacho por varios años. Este golpe de Estado, aunque cuente con masivo apoyo popular tal como el del 5 de abril, incrementa la percepción de riesgo de los inversionistas, porque la estabilidad legal ahora depende de una sola mano. Y a menor inversión, menor crecimiento. La calificadora de riesgo Moody’s ha rebajado su pronóstico del crecimiento del Perú al piso, estimándolo en 2%, por debajo de la reciente previsión del BCR -que acababa de ser recortada- de 2.7%. Además, augura que el crecimiento del país en el 2020 será de un magro 3%. No hay cuerdas separadas entre política y economía. Standard & Poor’s, otra clasificadora de riesgo a la que acuden los inversionistas antes de sacar la billetera, señala: “un mayor deterioro de las instituciones peruanas ocasionaría una revisión a la baja de la calificación”. Dicho de otra manera, de seguir por esta senda autoritaria, el grado de inversión de los bonos peruanos, que tanto esfuerzo nos costó alcanzar (en el 2008), se perderá. Por su parte, Apoyo Consultoría, de insospechable oposición, también avizora un horizonte conservador y, en ese sentido, su escenario más pesisimista para el 2020 es de un modesto crecimiento del PBI de 2%. Sortear este escenario de incertidumbre requiere de un timonel con mucha experiencia -y, si es posible, con mucho peso e influencia en el mundo de las finanzas internacionales- al frente del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Al parecer, Vizcarra no ha contado con muchas cartas en la baraja y se ha visto en la necesidad de recurrir a una joven y talentosa economista de su entorno amical. El reto es enorme para Antonieta “Tony” Alva Luperdi. Tendrá que inspirar confianza, ahuyentar los fantasmas de la desaceleración o de la recesión, lidiar con dureza para rebajar el adiposo gasto en consultorías (S/ 1,175 millones, 30% más que en el 2018) y, principalmente, acelerar el exiguo avance de ejecución de la inversión pública, que a estas alturas se sitúa solamente en 40% (S/19,255 millones), apenas 1% más que en el 2018. Cuando militaba en “Coherencia”, organización política que respaldó a los candidatos municipales de Diálogo Vecinal (que buscó la reelección de Villarán en el 2014), “Tony” respaldaba la idea de que “un sistema político democrático encuentra su sostenibilidad a través de la transparencia, la meritocracia, una adecuada y ética gestión de los recursos y mecanismos de rendición de cuentas a los ciudadanos”. Corregir al MEF, por ejemplo, que en la última y turbulenta semana no solo le haya otorgado recursos al pago de CTS de los militares, sino también un curioso aumento salarial a los rectores de las universidades públicas, entre las que se incluye la UNI (D.S. Nº 313-2019-EF) que jefatura el progenitor de “Tony”. ¡Sorpresas que da la vida! Por ahora le tomamos la palabra sobre “la transparencia”. Sin embargo, hay un viejo dicho: “en el MEF, la gente no tiene alma, y si tiene, se queda en la puerta del viejo edificio del Jirón Junín”.