ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

La señora de Caral

Imagen
Fecha Publicación: 05/08/2025 - 22:00
Escucha esta nota

Hace casi veinticinco años, estando de asesor parlamentario, conocimos fugazmente a una arqueóloga, antropóloga y educadora peruana para más señas, que recorría con insistencia los despachos congresales y la Comisión de Educación –por entonces no existía el Ministerio de Cultura–, con el objetivo de lograr el reconocimiento y respaldo legal para la Zona Arqueológica de Caral, en el valle de Supe, al que dedicaba su vida. Aunque estamos seguros de que ni nos recuerda entre tantas visitas y puertas que tocó, nos impresionó la convicción con que hablaba sobre la ciudad sagrada preinca. Parecía un descubrimiento increíble en plena costa del departamento de Lima, ya que hasta ese momento las ciudades conocidas que dieron origen a las civilizaciones más antiguas se situaban en los valles y ríos de Mesopotamia, el Indo y el Nilo, y de América ni el asomo. Pero ahora sí, todo cambió con Caral, que es una civilización tan milenaria como aquellas, con alrededor de cinco mil años de antigüedad, convertida en la madre del continente americano y Patrimonio de la Humanidad.
Así como le debemos tanto al gran Julio C. Tello, el inmortal “Sharuko”, padre de la arqueología peruana, hoy también se lo debemos a Ruth Shady, su digna sucesora. Gracias a ella, tenemos un complejo arqueológico urbano compuesto por la sagrada Caral, junto con los centros poblados de Vichama, Áspero y ahora Peñico, recientemente abierta al público y construida en un punto estratégico como nexo desde el valle de Supe hacia la sierra y la selva, convirtiendo a la civilización Caral en un extraordinario circuito cultural y turístico que tiene que ser debidamente valorado. Gracias, Señora de Caral.
Pero aquí no acaban los renglones. En más de una oportunidad, la Dra. Shady ha reclamado el apoyo del Estado para cautelar y garantizar la preservación de esta maravilla arqueológica, y ella misma ha estado expuesta –o sigue estándolo– a las amenazas de invasores y traficantes de terrenos. A ver, si no es mucho pedir, que el criticable Ministerio de Cultura, lo mismo que este gobierno de salida, se pongan a la altura de las circunstancias y hagan los deberes como Dios manda. La civilización se los agradecerá. ¡AMÉN!
P. D.: Con la generosa venia de EXPRESO, esta columna vuelve en unas semanas.

Mira más contenidos en Facebook, X, Instagram, LinkedIn, YouTube, TikTok y en nuestros canales de difusión de WhatsApp y de Telegram para recibir las noticias del momento.