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La superstición caviar

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Fecha Publicación: 11/11/2021 - 20:40
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El profesor principal de la Universidad Católica Martin Tanaka publica un artículo en El Comercio “Sobre el caviarismo” en el que concluye que “el extendido uso del término termina dando cuenta del grado de polarización política, del pobre nivel de nuestro debate público, de la extensión de la descalificación como argumento y de lo conservadora que se ha vuelto nuestra elite política”.

En síntesis, Tanaka es un caviar que saca la cara por el caviarismo, achacándole a sus adversarios ideológicos una serie de consecuencias que los pintan peyorativamente. Sin embargo, la realidad es muy distinta.

Todas las conclusiones de Tanaka son producto de una premisa que él no menciona y que es una pretendida superioridad moral autoconferida (aunque no tienen empacho de compartir espacios políticos con el senderismo como en el gabinete de Mirtha Vásquez) por los propios caviares y desde la cual no cabe discusión posible a no ser la de estar fuera del género humano tal cual los caviares lo conciben, o, en último caso, condescendientemente en un error garrafal de juicio. Pues no escapa al público culto que no puede existir discusión posible sobre ningún tema si es que una de las posiciones argumenta desde un podio moral superior que descalifica per se cualquier respuesta.

De ahí no hay más que un paso a la descalificación propagandística que Tanaka achaca a quienes se oponen al caviarismo, pero que no es más que una invención de los propios caviares (fujimontesinismo, fujiaprismo, fujicerronismo y otras perlas). He ahí la razón del pobre nivel de nuestro debate público, tanto local como internacional.

Por ejemplo, se da por sentado que el que no profese una visión y praxis de la “corrección política, los derechos humanos, los derechos de las mujeres, de las minorías sexuales, de los pueblos indígenas, la lucha contra la exclusión social y la discriminación, el fortalecimiento de las instituciones, etc.” es alguien que debería ser “cancelado”. En otras palabras, está prohibido discutir siquiera sobre estos temas porque son como dados en tablas de la ley escritas en piedra.

Por ejemplo, la diversidad y no discriminación prescriben según el caviarismo que un hombre que se autopercibe Napoleón no es un loco si tiene buenas razones para ello. O, es perfectamente válido que una mujer se perciba como un hombre, pero sería inválido que un hombre que se autopercibe negro se pinte la cara con betún porque ello es “ofensivo” y “racista” para una colectividad donde Black lives matter.

Los derechos humanos ya no se entienden como consecuencia de la naturaleza humana sino como una construcción cultural e ideológica antojadiza sobre la que no se discute por estar en un altar.

Y la institucionalidad no es otra cosa que la normalización formal desde el Estado, la academia y las ONG de todo aquello sobre lo que no se puede discutir porque hacerlo sería un anatema.

Decir que Marylin Monroe o Elizabeth Taylor fueron las únicas mujeres en la historia del cine que ganaron más que cualquier hombre de su época por sus méritos extraordinarios es hoy como un insulto a las mujeres que sin ser extraordinarias como Elizabeth Taylor y Marylin Monroe quieren paridad salarial y paridad de género.

Como el lector puede apreciar, existen variados argumentos basados en hechos y sobre todo en sentido común que ponen en tela de juicio el caviarismo defendido por el profesor Tanaka, aunque a este le duela y le preocupe que venga de la parte más conservadora de nuestra élite política porque, lamentablemente, el liberalismo es primo hermano del caviarismo.

Dicho esto, cabe concluir que el único dique racional contra la irracionalidad y superstición caviar la representa hoy, históricamente, el conservadurismo.

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