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La toma de Lima y su agenda política

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Fecha Publicación: 22/07/2023 - 20:30
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La protesta es una manifestación concreta de nuestra libertad de expresión, que duda cabe. Es un derecho ciudadano que debe ser garantizado por el Estado y ejercido de forma pacífica. Nadie que valore la vida en democracia podría oponerse a que un pueblo se manifieste aun en contra de sus autoridades. Sin embargo, la protesta últimamente no se encamina a defender el Estado.

Constitucional de Derecho, y no manifiesta el sentir de muchos peruanos que solo quieren trabajar y cuidar de sus familias. Cabe entonces preguntarnos, ¿hasta dónde va nuestro compromiso ciudadano por la defensa de nuestra democracia?

Desde el golpe de Estado que diera Castillo, hemos vivido diversas movilizaciones tanto en Lima como en el interior del país, cuyas demandas son elecciones generales pero además Asamblea Constituyente. Este último punto es la pretensión política de partidos de izquierda que apoyaron al dictador Castillo para llegar al gobierno, partidos cuyas vocerías se quedaron mudas cuando se nombraron ministros con investigaciones por violencia familiar, ante las investigaciones que implicaban al entorno mas próximo de Castillo en actos de corrupción. En aquel momento, los pseudo lideres de la reserva moral del país, no se les ocurrió jamás que “tomar Lima” sería una alternativa para “restablecer el orden democrático”.

Y es que así se maneja la democracia en los últimos años, con reacciones tardías, sin reformas políticas ni constitucionales que nos encaminen al fortalecimiento de nuestra instituciones y a una genuina representación electoral, sin formación cívica que nos haga conscientes de nuestro rol ciudadano y la importancia de nuestro voto. En los últimos comicios electorales, hubo un ausentismo electoral en la primera vuelta de casi el 30% y en la segunda vuelta presentó una leve reducción al 23% de acuerdo a actas contabilizadas por la ONPE. Este solo dato, nos advierte lo frágil que resulta nuestra participación ciudadana en los procesos electorales, acostumbrados a reaccionar solamente cuando los resultados nos golpean en la cara, incapaces de hacer mea culpa de nuestro nulo compromiso con el destino político de nuestro país.

Efectivamente, la recientemente anunciada “Toma de Lima” no tuvo los resultados esperados por sus organizadores, quizás, en gran parte, porque la izquierda radical ya no encuentra el apoyo en sus aliados políticos que sienten perder el poder que la izquierda comunista quiere capturar y que ya no ve en el gobierno las piezas que puedan jugar a favor de su agenda cuyo norte es petardear las instituciones, tomar la Mesa Directiva, desconocer la sucesión constitucional y así capturar nuevamente el poder y cumplir su plan político. Aquí no hay demandas sociales ni voluntad de diálogo que ponga por delante una agenda país. Aquí la lucha no es social, ni responde a las necesidades de nuestras regiones golpeadas por el ausentismo estatal. Ojalá, abramos los ojos.

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