La tramposa Asamblea Constituyente
Esta bicefalia en las alturas del poder comunista no es casual. Y mucho menos, cierta. Forma parte de la vieja táctica soviética de hacerle creer al público que en el régimen existe un sector de gente buena y otro de jerarcas malos. Falso. ¡Son la misma cosa! Cerrón y Castillo vienen practicándolo exitosamente desde la segunda vuelta electoral. Enfatizamos lo de exitosamente porque, pese al sistemático embeleco al que han sido sometidos los peruanos -desde los magnates empresariales al último de los mortales, salvo contadísimas excepciones-, al final del día el engaño ha funcionado. Esto puede verse en el resultado de la segunda vuelta; y estos días, con cuentazos tan aberrantes como que Francke es un ministro “proinversión”. Señores basta leer el cúmulo de textos publicados por este individuo -a lo largo de mucho tiempo- para entender que se trata de un patrocinador de la lucha de clases y un claro enemigo de la libre empresa. Pero en ello estriba la estrategia comunista. En darle expectativas al ciudadano, utilizando a personas que se prestan a traicionar sus propias convicciones con tal de servirle al amo como señuelo para engatusar al pueblo; mientras la otra facción se esmera en lanzar los mensajes duros, violentos, agresivos, azuzando el enfrentamiento entre los ricos y los pobres. No nos engañemos, amable lector. El régimen Castillo –con él o Cerrón de cabecilla- tiene un solo objetivo: ¡imponer el comunismo en el Perú! Y la asamblea constituyente es una obsesión de esta avanzada, para manipular a nuestra sociedad a efectos de conseguir la ansiada mayoría que transforme las estructuras vía una constitución estilo Venezuela o Cuba. Sin embargo, el quid está en conocer cómo se integraría aquella asamblea. ¡Y aquí veremos la manipulación! Los 32 millones de ciudadanos podrán votar libremente por las listas de candidatos que se inscriban para conformar la asamblea, bien sea a través de algun partido político, una asociación específica, etc. Usted, amigo lector, podrá elegir a la lista que mejor le parezca. Sin embargo –acá viene la estafa- el gobierno formará una lista aparte, integrada por los que llamará “los representantes del pueblo” (delegados de los gremios, organizaciones cívicas, colectivos populares, sindicatos, etc.). Aquella lista oficialista probablemente ni compita con las de los partidos y/o grupos por los cuales votarán los ciudadanos. El gobierno escogerá a quienes integren esa “representación del pueblo”, imponiéndolos en la Constituyente sin permiso previo de la voluntad popular, afianzándoles además la condición de voto privilegiado. De modo que, al final del día, será el gobierno el que formalice, direccione, redacte, proponga, apruebe y promulgue la futura Constitución. ¡Vale decir, el modelo calcado de Cuba y Venezuela! La sociedad peruana quedará pintada en la pared, eligiendo a representantes cuyos votos no les permitirá armonizar mayorías para implantar la voluntad del pueblo. Prepotentemente, se impondrán la decisiones oficialistas.
Si pese a esta advertencia, amable lector, usted acaba convencido por los “buenos” de este gobierno y decide participar en la farsa constituyente, entonces traicionará a su sangre por entregarle el Perú al comunismo.
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