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La vida de Iván

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Fecha Publicación: 25/11/2019 - 21:00
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En La muerte de Iván Illich, León Tolstói nos coloca dentro de un personaje que en su lecho de muerte se cuestiona todo: “¿Habrá sido mi vida un error?”. Iván trabajó fuerte y rutinariamente para ascender en los estratos burocráticos del imperio ruso, siguió las mismas rutinas y patrones como si cada día no fuera sino la repetición del anterior.

Trabajar y sumergirse en la obsesión de “llegar” lo apartó de su mujer, áspera, celosa, disciplinada en censurarlo hasta crear en el protagonista una necesidad, la de hacer su mundo al margen de la vida familiar, tan cargada (además) de preocupaciones. La estructura de su existencia produjo ambiciones sólidas. Concentrarse en el trabajo era huir, pero en un momento la vida de Iván se va difuminando, enferma y como un languideciente animal que muere en el desierto, descubre la indiferencia de todos, incluso la de su familia. La pregunta de los demás no es sobre el sufrimiento del solitario Illich o los deudos que dejará, es más superficial: sobre el espacio que dejará el muerto en la función pública.

El sepelio era una incomodidad para muchos que lo veían como un evento social que robaba tiempo a cosas “más importantes”. Iván les importaba poco, pero, ¿qué fue de su vida para él mismo a sabiendas que no quedaba ni un minuto por recuperar? Para la esposa, la principal preocupación era cómo sobrevivir a su muerte y los alcances del seguro. Si no hubiera sido por su criado, Gerasim, la muerte hubiera sido un proceso más penoso, aunque no sea la muerte el eje de la obra sino el examen de su vida en esa retrospectiva. “Todos tenemos que morir. ¿Por qué no habría de hacerlo usted?”, dice el sincero, comprensivo y siempre servicial criado. Antes de exhalar se pregunta Iván “¿Y la muerte dónde está?”. No había temor a ella porque la muerte había dejado de existir, no existe para quien muere. No era un acontecimiento en la vida, lo era para los testigos. Su vida (lo esencial) había sido una farsa, pero no podía cambiarla.

Tolstói la escribió cuando se hacía preguntas sobre sí mismo, sobre la verdad, la moral, el matrimonio, las decisiones que se toman. La construyó antes de ese extraordinario cambio espiritual que lo llevó a ser un apóstol evadido del mundo, de ese mundo que, en la crisis de la edad, cuestionó y destruyó.