La violencia de siempre en Jerusalén
Igual que en 2002, en que el entonces primer ministro, Ariel Sharon, ingresó en la explanada del Monte del Templo, en la antigua ciudad de Jerusalén, donde se halla la mezquita Al Aqsa, y desde cuya Cúpula o Domo de la Roca, según el credo musulmán, Mahoma llegó a Jerusalén y de allí oró por los profetas y tras su muerte, desde su cimiento subió al cielo en un caballo alado, pues el último miércoles de la Semana Santa 2023 que hoy acaba con la Pascua de Resurrección para los cristianos, un grupo de policías israelíes incursionó en el sagrado recinto musulmán, reavivándose la violencia de las últimas horas entre palestinos y judíos.
Misiles lanzados desde Líbano y la Franja de Gaza y las respuestas efectivas de Israel enlutan el marco religioso del momento para las tres más grandes religiones monoteístas de la humanidad: judaísmo, cristianismo e islamismo.
El recurrente y disputado tema de Jerusalén, que no es el problema central entre ambos Estados -sí, en cambio, el complejo asunto de los territorios ocupados y la paz permanente que no existe-, pone al descubierto la necesidad de abordar su estatus jurídico-político. Jerusalén debería abordarse desde un enfoque integrador que el Papa Francisco considera “Patrimonio común de las tres religiones monoteístas”. Para los judíos en este lugar se encuentra la roca que sus fieles creen es el origen pues Dios esculpió todo el Universo a partir de ella y según la tradición judía en este sitio se encuentran los restos o al menos el cráneo de Adán, el primer hombre.
De hecho, el monumental Muro de los Lamentos es su lugar sagrado y antiguamente era la muralla de Jerusalén. Cuando los musulmanes la invadieron, quedó destruido, quedando sus restos como un recinto muy especial para su culto.
Para la cristiandad en Jerusalén se halla el Calvario, donde Jesús fue crucificado, y desde allí resucitó según el dogma católico, tres días después de su muerte en la cruz, levantándose en ese lugar, la Iglesia del Santo Sepulcro. Sensatez sobre Jerusalén para despojarse de la idea de pertenencia exclusiva y excluyente, y, en cambio, de la mano de la ONU, acuerden su jurisdicción universal.
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