La voluntad popular del pueblo
No me he equivocado. Esta redundancia ha sido a propósito y es que se trata de una de las últimas frases que el presidente Pedro Castillo Terrones nos ha regalado a los peruanos. “¿Quién no siente eso? Pero hoy debo decirlo, de que si no somos respetuosos de la voluntad popular del pueblo, tomaremos medidas juntamente con el pueblo”, dijo el mandatario. Vamos a obviar el “dequeísmo” para enfocarnos en la voluntad de la que habla.
Castillo nunca tuvo al pueblo de su lado, no importa cuántas veces haya mencionado la susodicha palabra en su discurso. En la primera vuelta ganó con 18.9%, pero con 15.3% de votos emitidos. En la segunda vuelta ganó (o “ganó”), principalmente, por el antivoto fujimorista. Ese voto con “memoria y dignidad” que no quiere hacerse responsable de haberle puesto la banda presidencial. De cierta forma les tengo empatía: ¡qué vergüenza ser un votante de Castillo!
Ahora el Presidente asegura que “el pueblo exige proyectos” como ingreso libre a universidades, segunda reforma agraria, la no persecución y no encarcelación de dirigentes, refuerzo a las rondas campesinas. Pero, ¿de qué pueblo habla? ¿Se le ha subido tanto el ego a este señor que considera a su cúpula pendenciera, perniciosa y peligrosa como una población? Solo el 28% de la población aprueba a Castillo y el 59% considera que sí está involucrado en corrupción. Estas cifras podrían ser incluso mayores, teniendo en cuenta que son extraídas del diario extraoficialmente oficial, LR. Por si acaso, señor Castillo, la OEA no cuenta como “pueblo”.
Volviendo a la declaración de Castillo, ¿nos está amenazando? “Tomaremos medidas justamente con el pueblo”. ¿Qué significa eso? El problema está en que Castillo confunde la mayoría popular, con la que fue elegido, con una especie de “derecho divino de los reyes”, cuando tiene más de Cantinflas que de Carlomagno. Todas sus acciones son, entonces, amparadas por el presunto pueblo que lo eligió. Un demos que cree tener el kratos con Castillo como conductor, sin saber que la promesa original, con la que salió elegido, solo se aplica para los más cercanos: No más pobres en un país rico.
Pero ese pueblo lo abandona cada día más. Sus acciones ya no tienen el sustento más que con el recuerdo de una victoria parcialmente popular que nunca dejará de sentirse como irreal, como un fracaso de nuestro sistema de gobierno. Citando a Churchill: “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”.
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