Las cartas están jugadas

Eso de cambiar de opinión y acomodar pareceres a las circunstancias no es el mejor consejo, más aún cuando uno tiene la oportunidad de ser contundente en la emisión de puntos de vista.
Podría ser mi caso, con la disculpas del caso, por escribir en primer persona.

Hace algo más de 6 semanas apareció en este mismo espacio “No a los Panamericanos del año 2027”. Hoy para quien firma esta columna sería un descrédito decir lo contrario, cuando hemos visto que el gobierno se juega una vez más por un tema colateral y sin ninguna prioridad en la vida del país, donde el deterioro social prima, los planes y proyectos son cuentos, siempre en boca de necios charlatanes políticos.

Cuando estamos viendo que ni siquiera podemos mantener una línea de transporte público algo más formal que la informal manera de encarar este sector, o cuando ¡por que no! un funcionario se le ocurriría resucitar los colectivo-carcochas “La Victoria Viterbo” o los lanchones de la avenida Colonial para una ciudad que peor no puede ser tratada.

Para el Poder Ejecutivo todo esto debe seguir tal cual para no agitar el gallinero. Primero es posicionar la imagen del país frente a la organización de los JJPP que nos dejará réditos políticos. Su elección el martes 12 entendemos será sólo un acto de mero formulismo, porque Lima está a años luz de la minusválida Asunción, aún en pañales para retos de esta naturaleza, y por añadidura, no contar con recursos suficientes, ni con infraestructura.

Producida esta elección, nos corresponderá mirar hacia adelante y empezar a remar hacia el mismo lado, porque Lima será anfitriona otra vez de un evento del más alto nivel como los Juegos Panamericanos del año 2027, cuya tarea gubernamental, como primer e impostergable compromiso, es otorgarle la seguridad ciudadana a una metrópoli cada día más afligida por el desborde de la delincuencia y la criminalidad.

Mientras tanto los millones de dólares que se invertirán o gastarán en Lima 2027 ojalá vayan de la mano con la preparación de los atletas, en especial, aquellos marginados de los deportes colectivos que siguen siendo los hijos del vecino. Podrá acaso el IPD hurgar en la situación de muchas federaciones que hoy están a la deriva en cuanto a su razón de ser, advirtiendo el cúmulo de resultados vergonzosos que cargan a cuestas, como lo que sucede con el vóley femenino y a la cola del mundo, nuestro básket.

Estamos entonces frente a una obligación que el gobierno asume como propia para que en tres años más seamos los organizadores de los JJPP. Lo más inmediato ahora es nuestra participación en los Juegos Olímpicos de París, cuya exigencia es inmensa y está por encima de nuestras reales posibilidades. Hacernos la idea que podemos venir con una medalla de oro es ciertamente un sueño de proporciones, no imposible, pero muy difícil.

Sabemos que nuestras chances rozan con los deportes individuales porque el colectivo, como lo acabamos de precisar, está en franco deterioro hace varias décadas. Las pruebas de largo aliento en el atletismo, los marchistas, el tiro, la vela, el surf, el squash, entre otros, aparecen como las primeras opciones. Soñamos con una presea dorada en tierras parisinas. La primera y única a cargo del ingeniero y tirador don Edwin Vásquez Cam en Londres 48. Ha pasado tres cuartos de siglo. Poco tiempo no. Estamos en eso.

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