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Las emociones en el proceso autoritario

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Fecha Publicación: 18/04/2022 - 22:30
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Muchos de mis lectores se habrán percatado que un tuit expresando una fuerte emoción tiene muchísimos más likes que alguno explicando una idea, porque ésta necesita de un razonamiento previo a la toma de posición; mientras que la frase emotiva apenas necesita una rápida lectura para provocar una reacción, a favor o en contra. Los que planean estrategias ideológicas lo saben y manipulan los sentimientos básicos de personas sumergidas en el día a día, poco interesadas en comprender las complejidades de la política o de la economía.

En la década de los 90 se había demostrado la ineficacia del intervencionismo del Estado en la economía; y con el sacrificio de la mayoría de peruanos estábamos saliendo de una dura crisis; en esa circunstancia fue publicada una encuesta realizada a estudiantes de la UNMSM, en la cual la mayoría consideraba necesario el control de precios. Muchos nos sentimos devastados, ¿ese era el futuro de la élite política? ¿No fue suficiente el control de precios del mismo ministro Vásquez Bazán y su correlato inflacionario y de aguda carestía de los productos básicos?

Aún entre estudiantes de economía, predomina un pensamiento básico y emotivo: si el precio de la leche sube, la respuesta inmediata es que el Estado intervenga y fije un precio “justo”. Es una minoría la que aconseja averiguar el por qué del alza del precio, pues al encontrar el motivo es fácil corregir la causa. Sabemos que la producción industrial, a gran escala, disminuye los costos, contrario a la producción artesanal; es por ello que en Suiza la leche es barata, mientras que en Junín la producción es cara.

Si quisiéramos beneficiar a la totalidad de las familias que compran leche de tarro, permitiríamos que ésta tenga un alto componente de leche en polvo traída de sociedades industrializadas; pero si queremos subsidiar artificialmente a los ganaderos ineficientes, prohibiremos esa leche en polvo, aunque signifique el lógico aumento del precio. Será sencillo culpar luego a la empresa, al distribuidor, e incluso a la Constitución, pues la emoción es más fácil que el razonamiento.

Para dominar a los individuos hay que privarlos de una educación que les enseñe a pensar por sí mismos y suprimir la esencial cultura económica e histórica; así, carecerán de información y quedarán en manos de quien sepa producirles las emociones adecuadas. Si el objetivo es concentrar poder, hay que dificultar la creación de riqueza mediante el esfuerzo y la creatividad, nada como la miseria para crear dependencia y obediencia al líder dominante.

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