Las encuestas, el voto informado y la voluntad ciudadana
Cada vez que el tiempo se acorta con miras a las próximas elecciones generales, con mayor frecuencia, comienzan a difundirse las encuestas que pretenden dar a conocer el sentir ciudadano, respecto a quiénes podrían ser los futuros candidatos a la presidencia de la república que, con mayores posibilidades, puedan acceder al sillón presidencial. En ese sentido se debe de considerar que, la medición de la opinión ciudadana que se puede ver reflejada en el trabajo que desarrollan las encuestadoras, con las tomas de muestras que ellas obtienen, es el resultado de la intencionalidad del contratante de la empresa encuestadora, la que en alguna medida puede ver mediatizado su trabajo a una motivación que inspira su actuación. Si la persona y/o institución requiere conocer la opinión de la población respecto a un tema en particular, de seguro que la empresa que desarrolla la labor de obtener información va a tratar de dar un resultado que satisfaga el interés del contratante; en consecuencia, dicha medición no refleja la propia realidad. Por otro lado, las mediciones que difunden las encuestas pueden servir como un instrumento que induzca al sufragante a votar en un determinado sentido; generando una desnaturalización del carácter informativo que deben de tener todas las encuestas; en consecuencia, tampoco reflejan la realidad en un momento determinado. Frente a esa forma de cómo se orienta la voluntad del elector, es necesario promover que la actuación del ciudadano, en el acto de la emisión de su voto, sea la consecuencia de estar motivado por haber tenido la posibilidad de, antes de sufragar, haber obtenido información suficiente sobre los antecedentes personales del candidato al cual le dará su apoyo a través del voto, así como conocer las propuestas y/u ofertas electorales que presenta la agrupación política que promueve dicha candidatura; o, lo que es lo mismo, el sufragante debe de hacer uso de la aplicación del llamado “voto informado”, el cual, pareciera ser, únicamente sirve de insumo a los medios de comunicación para la producción de sus análisis y comentarios. Por lo tanto, a fin de que la voluntad ciudadana no sea el reflejo de la presión indirecta que recibió por intermedio de los resultados que nos ofrecen las encuestas y, asimismo, no sea producto de la desinformación del elector en el acto de sufragio, es imprescindible que, oportunamente y con mucho dinamismo efectivo, se inicie una labor de orientación al ciudadano que nos asegure que, su actuación en un proceso electoral es la expresión de un criterio políticamente responsable, y que asegure no haberse equivocado por haber votado en uno u otro sentido. Pues, la democracia es una forma de vivencia política en la que la población podrá aprovecharla y desarrollarla mejor, siempre y cuando se inspire su actuación a la aplicación de los conocimientos e información que se obtienen como resultado de una cultura política suficientemente atendida. Ello dependerá de la labor de las universidades y de los medios de comunicación, los cuales están o deben de estar muy cerca del ciudadano, orientando su conducta a que los resultados electorales no estén únicamente garantizados, reflejando la voluntad ciudadana, sino que sea consecuencia de una conducta responsable del común de los electores.
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