Las humanidades y la calidad de la educación universitaria

La educación superior es un bien público y social, así como un derecho humano insoslayable. Este es el concepto profundo que debemos similar, antes de hablar de calidad de la educación universitaria. ¿Qué significa este paradigma? Primero, la educación en las universidades, debe formar parte de las políticas de Estado, todos los gobiernos tendrán que subordinar su interés específico a la aspiración legítima de un país de que se garantice que el conjunto de ciudadanos que habitan en el territorio de ese Estado, sean beneficiados con una educación de calidad. Se deben generar condiciones de accesibilidad para todo ciudadano que, cumpliendo los requisitos académicos reciba formación universitaria en una entidad pública o privada. Segundo, bajo los lineamientos señalados, es importante orientar la implementación de la educación superior como un factor intrínseco y fundamental del desarrollo de un país, por consiguiente, la educación no es una mera actividad académica, es uno de los instrumentos más efectivos para que una nación consolide sus objetivos de mejorar la calidad de vida de ese colectivo humano, procure extinguir las asimetrías sociales.

Las diversas disciplinas que integran las Humanidades, por su contenido y orientación conceptual, están inmersas y forman parte de esos referentes altruistas, de modo que corresponde valorarlas en su verdadera dimensión. Todo concepto, teoría, postulado sobre calidad educativa que se aparte de los lineamientos antes mencionados, que los contradiga o los ignore resulta inaplicable para los fines altruistas que persigue la educación en general y la educación superior en particular, por consiguiente la mercantilización de este derecho, bajo una visión comercial del mismo, no podrá estar inmersa en procedimientos que pretendan presentarse bajo el membrete de calidad educativa, porque el concepto de calidad en materia de educación es absolutamente diferente que el que impera en materia comercial.

La educación no puede estar sometida a la regla liberal de la oferta y la demanda, sencillamente porque no es un producto expuesto a potenciales clientes, se puede alcanzar el verdadero desarrollo y para ello es de suprema importancia que se hagan prevalecer determinados factores que deben imperar para el mejoramiento de la calidad educativa, a saber: Primero, fortalecimiento institucional: una universidad no podrá cumplir con la misión de mejorar la calidad de su sistema de enseñanza si está sometida en condición de interdicta al mandato del gobierno, en ese sentido la autonomía es imprescindible. Segundo, sistemas de selección, evaluación para la cualificación del personal docente; si bien el currículum profesional es importante, pero no es suficiente, no es lo mismo ser un profesional connotado que un buen docente. La docencia es un apostolado. El profesional puede ser un conocedor de su especialidad, pero no necesariamente un docente calificado, este último está más vinculado con formación de personas y transmisión de conocimientos, además de la investigación. Tercero, óptimas condiciones de funcionamiento: la infraestructura de las universidades debe estar diseñada acorde a los nuevos tiempos que vivimos y en función de generar mecanismos de accesibilidad e inclusión. Cuarto, comunidades de enseñanza-trabajo: Un imperativo categórico radica en preparar a los estudiantes para integrarse al mercado laboral, ante la desconexión entre las universidades y las empresas que proveen de empleo a sus egresados.
No se cuenta con programas que evalúen variables como la oferta y demanda de profesionales en los distintos rubros, que calculen cómo la tecnología afectará las dinámicas de trabajo y la cantidad de profesionales necesarios en determinada rama laboral, o en otros campos de trabajo. Al iniciarse las actividades académicas de la gestión 2024, cabe reflexionar en el sentido de que los programas de formación universitaria no solo necesitan actualizarse, sino que también es fundamental que lo hagan al ritmo que marcan los avances en el ámbito laboral y acorde a los referentes que nos impone el siglo XXI.

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