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Las purgas de Stalin (II)

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Fecha Publicación: 14/10/2021 - 21:00
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A mediados de 1936, un juicio en Moscú ha atraído la atención mundial hacia el “paraíso de los trabajadores”. ¿A qué se debe la importancia de este proceso? ¿Quiénes son los acusados? ¿Cuáles cargos les son atribuidos? Por primera vez en la turbulenta historia de la URSS, importantes líderes bolcheviques son convocados ante el “pueblo” para responder por su “participación” en intentos de asesinatos contra Stalin y sus subordinados.

Se trata de Grigori Zinoviev (máximo representante de la Comintern), Lev Kamenev (primer jefe de Estado soviético) y otros jerarcas de reconocida trayectoria en el marxismo ruso. Los inculpados se encuentran desmoralizados (especialmente Zinoviev) por meses de maltratos y amenazas a sus seres queridos, esta situación les hace entender claramente que deben aceptan el guion acordado para de esta manera esperar un tan ansiado perdón.

Pero, “el georgiano del Kremlin” (un gran maquiavélico) ha tomado la decisión de eliminar a sus competidores. Todos terminan por sucumbir ante el mismo pelotón de fusilamiento que han aplaudido cuando liquidaba a los “enemigos del pueblo”. ¡Ironías de la vida!

Sin embargo, los ingenuos comunistas que esperaban un temprano fin del “canibalismo” rojo se verán sorprendidos cuando el estado soviético decide incrementar la represión. Esta vez, les llega el turno a otros destacados marxistas tales como: Karl Radek, Alexei Rikov, Yuri Piatakov, el teórico Nikolai Bukarin (el “chico dorado” del partido) y otros de menor nivel.

Cada uno es humillado ante farsas judiciales en las que se ven obligados a aceptar los más absurdos crímenes y denunciar a otros inocentes camaradas. ¡La vida pesa más que la dignidad! El caos empieza envolver al partido y las delaciones se suceden a un ritmo frenético: padres acusan a hijos, abuelos a nietos, esposas a esposos. La purga no perdona nadie, incluso los revolucionarios extranjeros que residen en Moscú son arrestados y ejecutados.

De esta manera desaparecen decenas de líderes de la izquierda polaca, alemana, húngara y yugoslava. Los méritos de las personas sirven poco ante la implacable NKVD (policía secreta), esto lo pudo comprobar el suizo Fritz Platten (salvó a Lenin de un atentado) cuando fue injustamente condenado a cuatro años de prisión por supuestamente planear ataques terroristas.

Stalin tuvo una gran responsabilidad en el terror y la muerte de miles intelectuales, científicos, economistas, religiosos y ciudadanos comunes.

No obstante, fueron las depuraciones a los militares (héroes de la guerra civil y posterior a esta) quienes traerían las consecuencias más letales al “gigante rojo”, ya que dejarían a un ejército incapacitado, temeroso y carente de mandos adecuados para enfrentar la invasión nazi de 1941. Al final del día, el objetivo estalinista de acabar con una “quinta columna” que sustentara a los enemigos externos (Japón y Alemania) se alcanzaría, pero a un precio que puso al país al borde del desastre.

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