¿Las salidas se entrampan?
No había que ser un gran analista político para concluir que si el rechazo al Congreso era largamente superior al de Castillo, al detener a este último habría un sector de la ciudadanía que volvería con la protesta “que se vayan todos”. Si a ello le agregamos la polarización generada por Castillo en sus 17 meses de gobierno (Lima versus provincias; ricos vs. pobres; blancos vs. cholos etc.), profundizada durante los numerosos consejos de ministros descentralizados. El hecho que la izquierda de la región no iba a permitir “perder” a Perú y que el mal ejemplo cunda, que el crimen organizado, que ha operado a sus anchas durante el gobierno de Castillo y que se resiste a perder sus beneficios. Y, por supuesto, el débil gobierno de Boluarte , sus frecuentes vacilaciones y sus marchas y contramarchas. Pero sobre todo sus palabras hacia Pedro Castillo: Me duele y consterna que el expresidente esté detenido. Yo no me he peleado con él (Exitosa Noticias Twitter). Y luego que Castillo la llamara “usurpadora”, manifestó “no creo que esas palabras sean de él”. Y consideró que el exmandatario está siendo “utilizado” y “manipulado” por su entorno para expresarse como lo viene haciendo luego de intentar dar un golpe de Estado (Exitosa 13.12.22) . Es que sus vacilaciones y el hecho de tener a un PCM que definitivamente no es el que se requiere actualmente también suma. Es por ello que no se entiende por qué la mandataria no designó a Jorge Nieto Montesinos, con peso político propio y con experiencia en el sector defensa, que era el profesional requerido para esta coyuntura, salvo el temor que un premier con esas características lo relegara a un segundo plano. Al cierre de este artículo se difundió la noticia que Jorge Nieto habría conversado con Boluarte, que ojalá recapacite. Es evidente que inicialmente los líderes detrás de los protestantes/delincuentes le estaban “tomando la temperatura” a la novata mandataria, por lo que había que dar una respuesta contundente para evitar que la ola crezca, pero se hizo todo lo contrario, Boluarte ofreció un proyecto de ley para adelantar las elecciones para el 2024, lo cual tampoco calmó las aguas. Recién el 13 instaló el Comité de Crisis y el 14 aprobó el estado de emergencia nacional, por las presiones del ministro de Defensa.
Considerando los anteriores elementos, el resultado es lo que estamos viviendo. La pregunta es si los lamentables acontecimientos que están sucediendo son producto de la ineficiencia del gobierno o también de una cierta complicidad.
Un problema adicional es que las diversas protestas ni tienen demandas comunes (excepto disolver el Congreso) ni líderes representativos con los cuales dialogar. Sin olvidar que existe un sector al que no le interesa negociar sino que continúe el caos.
Además se presentaron dos hechos que han complicado aún más el panorama: la renuncia de dos ministros al gabinete ministerial por los fallecidos en las protestas y la no aprobación por parte del Congreso del adelanto de elecciones a diciembre de 2023 (hay una reconsideración de la votación que no se sabe cuándo se votaría, ya que la siguiente legislatura empezará en febrero de 2023).Lo que no parece interesar al Congreso es que si la situación se sigue agravando y renunciara Boluarte, inmediatamente ingresaría el presidente del Congreso, y si el adelanto de las elecciones se volviera a discutir el próximo año, ya no se podrían efectuar las elecciones en el 2023.Y si renunciara Boluarte y asumiera el presidente del Congreso, ya no sería necesario volver a votar el adelanto de elecciones, porque el nuevo presidente estaría obligado a convocar elecciones para el próximo año.
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