Las sandalias del Arzobispo
Uno de los principales impulsores políticos del aún presidente Castillo fue el cardenal y arzobispo de Huancayo Pedro Barreto. Suerte de fan fijo del aún gobernante, brindaba vibrantes apologías sobre él y alentaba –sin el más mínimo pudor religioso- a que su grey –el pueblo católico peruano- le respaldase incondicionalmente, porque era “un representante del pueblo que, finalmente, había sido elegido para inaugurar una nueva era en el gobierno de este país, carcomido por la corrupción de sus anteriores jefes de Estado”. El cardenal Barreto fue ocho meses cura oficialista, dedicado a hacer política por la izquierda enalteciendo afanosamente la figura de Castillo.
Hasta que Jesucristo le dijo: “¡Basta! ¡No siga usted usando el púlpito para hacer política, cardenal Barreto”. Hace tres días Barreto dio un giro copernicano al aparecer públicamente pronunciando más o menos la siguientes frases, referidas al ínfimo nivel de aprobación que el pueblo le da a Castillo; incluso desoyendo sus propios panegíricos como cardenal huancaíno: “Se han evidenciado signos de corrupción en el entorno del presidente Castillo, que no sólo se encuentran dentro de su partido, Perú Libre, sino que igualmente aparecen en su entorno personal (el de Pedro Castillo) (…) Muchos se sienten defraudados porque apostaron por la propuesta de un profesor rural, con quien creíamos que podríamos aspirar a una situación nueva. Pero hasta hoy ha habido muchos signos de corrupción en su entorno personal (…) Este es el clamor de la gente: que los políticos deben ser personas honestas (…)” Extraño que un cardenal –el más alto escalafón eclesiástico de Roma- haya sido una suerte de promotor fanatizado de este sujeto que transpira no sólo corrupción, sino que destila mentira; pese a las innumerables evidencias sobre su podredumbre difundidas por diversos medios de prensa; inclusive respaldadas por la fiscalía. El hecho es que, súbitamente, Barreto habría dejado de ser aquel apasionado admirador que fuese de Castillo. ¡Milagro que atribuimos al llamado de Dios! Aunque tranquilamente pudo haber pesado sobre Barreto ver el martes pasado a una multitud de gente en las calles protestando contra Castillo. ¡Y arrepentirse de seguir apostando por semejante perdedor!
Apostilla. La noche del domingo surgieron novedades sobre Castillo, el aún presidente que persevera en negar que enrumba el Perú al chavismo. Ahora esta marioneta de Vladimir Cerrón no podrá negar que conoce al ex subdirector del diario oficialista “El Puka”, William Chávez Alcántara, con quien aparece jugando fulbito. ¡William Chávez estuvo vinculado a Hugo Chávez! ¡Como ahora lo está a Maduro! Tanto que radica en Venezuela, probablemente asilado porque el fiscal Juárez Atoche viene convocándole como testigo principal en el proceso seguido contra los Humala, sindicándole de ser el nexo entre ellos y Hugo Chávez para lograr el financiamiento que recibieron en 2006. El domingo también se conoció que Bruno Pacheco, ex secretario de la Presidencia, declaraba: “No sólo recibo amenazas. También ofertas de personas que se acercan a obligarme a hacer declaraciones”, insinuando que alguien –que no podría ser otro que el propio Pedro Castillo- estaría pidiéndole formular declaraciones a favor suyo.
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