Las tareas pendientes en el sector Educación
Hace un año recibí la invitación de la señora Presidenta Constitucional de la República para asumir la responsabilidad del Ministerio de Educación. A pesar de nuestras diferencias, acepté el desafío, consciente de que el compromiso con la educación es una causa que trasciende las fronteras políticas y une a todos los peruanos. Hoy quiero reflexionar sobre mi paso por el sector y la importancia de consolidar esfuerzos para darle al país una educación de calidad.
El obstáculo más complejo que encontré fueron las diversas formas de corrupción disfrazada de legitimidad, la falta de compromiso del personal o consultores contratados y los constantes cuestionamientos políticos o ideológicos en ciertos medios de comunicación.
Personalmente verifiqué la imposibilidad de prescindir de los servicios del personal contratado con la modalidad del Contrato Administrativo de Servicios (CAS) permanente, que no puede ser cesado aunque la razón de su contratación haya desaparecido.
Uno de nuestros primeros actos fue denunciar el sobredimensionamiento de las consultorías que ascienden a S/728 millones en una década y han tenido poco o nulo impacto en la mejora de la calidad educativa. El tema generó una investigación del Ministerio Público.
Ejecutamos acciones para despolitizar la gestión estratégica de la educación, implementando lo dispuesto por la Ley Universitaria y así se recompuso el Consejo Directivo de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) y también el Consejo Nacional de Educación.
Me enorgullece haber participado en la creación de los Colegios de Alto Rendimiento Deportivo y Artístico para ofrecer educación de calidad mundial a niños con talentos más allá de lo tradicionalmente académico y el anuncio de la realización del Concurso Nacional de Comprensión de Lectura, que fue posteriormente implementado y ejecutado, a pesar de las severas limitaciones que tuvo que enfrentar, por las dos administraciones siguientes.
Igualmente denunciamos y corregimos prácticas poco transparentes en diversas áreas como, por ejemplo, los procesos de licenciamiento y autorización de funcionamiento de institutos y centros educativos. Los burócratas que encontré pedían la entrega de información irrelevante que se recogía en decenas de miles de folios y así se demoraba innecesariamente los procesos y se prestaban a prácticas cuestionables, dentro y fuera del ministerio.
Nuestra gestión dispuso la reorganización del proceso de otorgamiento de becas por el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec), que se había convertido en un sistema de favorecimiento a ciertas entidades educativas sin justificación alguna.
El mejor ejemplo de estas corruptelas era el denominado “Ranking Pronabec”, un artificio creado con la aparente intención de favorecer a una única institución educativa superior que, así, vio multiplicarse el número de becarios hasta el punto de que estos llegaron a ser la mayor parte de su población estudiantil.
Por la brevedad de nuestro paso por el sector Educación se nos quedó en el tintero la presentación de un plan a quince años para cerrar la brecha de infraestructura educativa que entonces ascendía a 150 mil millones de soles y que se había incrementado en 50% en solo un lustro.
Quiero dejar establecido que no tengo nada más que agradecimiento por la confianza que me fue depositada y la oportunidad que me dieron para servir a mi país, una tarea que realicé con integridad y un compromiso total con la educación de la niñez y juventud del Perú.
Finalmente, también agradezco a Expreso por permitirme expresar públicamente lo que pienso.
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