Las tramposas “reformas políticas”
Ese falso valor, conocido como Fernando Tuesta Soldevilla -salido de las canteras del mundillo caviar peruano- debe estar muy orgulloso por haber conseguido dinamitar el sistema democrático de este país, destrozando para ello no solamente el proceso para contar con unos comicios libres y fiscalizables -fundamento de cualquier democracia y Estado de Derecho- sino acabando con la existencia de los partidos políticos, que son los representantes de la sociedad ante el sistema electoral; e igualmente, administran el control y balance entre los poderes del Estado, esenciales para administrar la cosa pública de manera que garanticen la voluntad y el interés social. De trastocar esto y muchísimo más se encargó el tal Tuesta por orden de Vizcarra, como estrategia para prolongar una mafia que se había apoderado del Estado, tras la renuncia de un PPK arrinconado contra las cuerdas al salir a flote sus puertas giratorias con Odebrecht. Es más, con el propósito de incrustar estas “reformas políticas”, la mafia se aseguró de que lo apruebe una ciudadanía embobada convocando a un manipulado “referéndum”.
La consecuencia más saltante de aquellas reformas ha sido, hasta este momento, el proceso electoral de 2021. El sinnúmero de trampas y de corruptelas que transpiró un Jurado Nacional de Elecciones JNE creado de acuerdo a la voluntad del tal Tuesta, se repite en la Junta Nacional de Justicia JNJ, también parida por el mismo Tuesta, como parte de aquellas “reformas” que fabricó a pedido del, repetimos, miserable Vizcarra, acabó abriéndole las puertas al fraude que hasta hoy, gracias a un modelo elaborado por Tuesta para proteger al JNE, imposibilita que la ciudadanía disponga una auditoría para aclarar tantos hechos bajo sospecha.
Fruto de esta jugarreta urdida por el veleta Vizcarra, acabó “elegido” el cartel formado por Pedro Castillo y Dina Boluarte. Esa “plancha” no presentó segundo vicepresidente. Pero ello no importó, de acuerdo a los cánones lucubrados por el tal Tuesta. Tampoco interesó que Pedro Castillo Terrones se apellide diferente, pues claramente su nombre y apellidos son Pedro Castillo Díaz. Porque últimamente se ha sabido que el nombre y los apellidos de su madre son Mavila Díaz Terrones. Igual ocurrió con la falsa tesis del doctorado que Castillo entregase al JNE y éste nunca validó ante la Universidad César Vallejo. Menos interesó que la señora Boluarte fuese empleada –gerente de oficina- nada menos que de Reniec, estando expresamente vetado que un trabajador de este organismo, que forma parte del sistema electoral, participe como candidato. Ejemplos sobran respecto a las trapisondas del JNE. Pero las reformas fabricadas por Tuesta lo permitieron, sin que el Jurado de marras se haga merecedor a una sanción penal y sin que se declare nulo el proceso electoral bajo el cual fueron electos Castillo y Boluarte.
Las reformas emprendidas por Vizcarra, vía su secuaz Tuesta, reasegurarán el retorno de Odebrecht, su camorra de constructoras locales y, consecuentemente, los caviares al poder. La designación ayer de la futura fiscal de la Nación, Liz Benavides Vargas, graduada en la “gran” universidad Alas Peruanas, formaría parte de esta estrategia.
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