ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Las tribulaciones del católico de hoy

Imagen
Fecha Publicación: 08/02/2025 - 21:00
Escucha esta nota

El catolicismo no deja de ser uno de los referentes sustanciales en el ordenamiento socio cultural en el que nos toca vivir. A pesar de los estragos causados por las deserciones individuales y los efectos de la apostasía social.
Poderosas fuerzas culturales, como los librepensadores que actúan a través de sociedades secretas, producen vaivenes ideológicos que implosionan el orden natural; o como el laicismo presumido que niega y persigue realidades sacras, a pesar de declamarse pluralistas y tolerantes. Contribuyen a sostener una atmósfera anticristiana y persecutoria.
Hay un estado agónico del catolicismo eclesial, debido a la capitulación religiosa y cultural de los últimos 70 años. Negativo efecto del tributar a la herejía modernista, que deprava mentes y corazones en miembros de la élite eclesial (cardenales, obispos, clero y académicos seglares).
Además, hay ligereza extendida que quebranta la profundidad espiritual. La duda generalizada desboca como contraposición de la fuerza de la fe. El individualismo, necio y dialéctico, contra la vida en comunidad que posee el inmenso servicio de sostener la personalidad individual. El diletantismo irresponsable que niega el fundamento sacramental de los oficios eclesiásticos. La inclinación al asombro ante lo ordinario y mundano, en desleal reemplazo irresponsable de la aspiración a la visión beatífica.
Hay un cuadro agónico de la Iglesia Católica, en el hoy, y aquí.
Pero, que no debe suscitar desesperanza. Son procesos cíclicos, históricos. Son expresiones de experiencias generacionales, durante dos milenios cumplidos del cristianismo.
Tenemos que tomar conciencia que vivimos dentro de un fenómeno social e institucional, que es la herejía modernista, en circunstancias de estar concluyendo el primer cuarto del siglo XXI. Este modernismo guarda similitudes con los efectos que produjo el arrianismo (siglo IV), cuya erosión inspiró la siguiente recomendación consoladora de San Agustín de Hipona “Se nos prometió que había de haber herejías y escándalos para que nos eduquemos entre enemigos y así puedan ser bien probados la fe y el amor: la fe, no dejándonos seducir por ellos; el amor, tratando de corregirlos con todas nuestras fuerzas.” (Carta 185, año 457; Capítulo I, n. 2).
Hoy padecemos las consecuencias de un desamor por parte del componente humano, de un sector de la Esposa de Cristo, la Iglesia. Sector que ya no contempla enamorada a su Esposo, Dios, sino así misma. Lo que agota la espiritualidad, y que produce un peligroso vaciamiento en la estructura del clero y en el ejercicio de las jerarquías eclesiásticas.
Desenamorada de Cristo, la Iglesia se extravía porque su Esposo es el “Camino”; el desacierto herético es dejar de seguir al Esposo que es la “Verdad”. Lo infructuoso del desenamoramiento de Cristo, conlleva a la agonía del componente humano del catolicismo, porque deja de honrar al Esposo que es la “Vida” (cfr.: Juan, 14, 6).
Qué lejos estamos de esa descripción que leemos en Hechos de los Apóstoles 4, 32: todos los creyentes pensaban de la misma manera y estaban todos de acuerdo. Hoy, hay órganos y miembros del Cuerpo Místico de Cristo maltratados por revanchismos irracionales e irreverentes y por motivación ideológica.
En términos dimensionalmente humanos, “de este mundo” (Juan, 18, 36) del que Cristo desentendió el origen de su misión; es la desacertada estrategia de algunos de los responsables de la conducción de la nave institucional, que parecen ensimismados en el arte promovido por Voltaire, de mentir a propósito.

Por Sergio Tapia 

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.