Las veleidades del escritor
Nuevamente, el escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa se atrevió a recomendarnos a un nuevo mandatario. Al igual que con los candidatos Toledo, Humala y PPK, ha limpiado este régimen, presidido por Vizcarra, de toda sombra de ilegalidad: “no se trata de un golpe de Estado” ha dicho y, por el momento, se ha ganado los aplausos de las calle; sin embargo, no sería novedad que más adelante, nos diga que se “equivocó” mientras se acomoda, con frescura, la corbata italiana de seda.
Don Mario ha ganado un Premio Nobel, por tanto, a estas alturas debería ser más prudente, virtud de la que se espera frutos, al menos, en la madurez de la vida. Por eso, no debió afirmar a ojos del mundo, que este régimen ha hecho bien en cerrar el Congreso, porque “Era una vergüenza para el Perú, un Congreso de semianalfabetos y de pillos”; porque así lo único que demuestra es su desprecio por el voto legal emitido en las elecciones de 2016 y por el pueblo mismo del Perú.
Parece haber olvidado el escritor que, en el Perú, el analfabeto tiene el deber y el derecho a elegir autoridades; por tanto, también tiene el deber y el derecho a ser elegido. Ahora, si quiere un Congreso de pedigrí –no democrático, sino tecnocrático- le sería necesario pedir que se le niegue el voto, por ejemplo, a tantos campesinos que no tuvieron la oportunidad de instruirse; y entre estas personas, seguramente, estarán muchas mujeres, porque son quienes poseen menos oportunidades.
En cuanto a “los pillos”, la responsabilidad es de los votantes, pero también de los organismos electorales, a quienes nadie toca, pero que tienen el deber, no solo de solicitar las hojas de vida de los ciudadanos candidatos; sino de fiscalizar y comprobar, con toda diligencia, cuál es el perfil de los mismos, porque de lo contrario, no serían más que una mesa de partes, para lo cual no necesitarían el abultado presupuesto y el numeroso personal que poseen.
Por otro lado, dice también don Mario que tiene la esperanza de que en enero “cuando los peruanos voten por un nuevo Congreso, voten mejor que la vez pasada que lo llenaron, ya digo, de pillos y semianalfabetos”. Qué “cándido” el escritor, por NO usar “su” término favorito, “cacaseno”. ¿Qué debería pasar en estos meses, para que el votante peruano, se “alfabetice” y se convierta en un votante acorde al nivel vargallosino?
¿No sabe realmente el Nobel cuál es la causa de esta crisis? ¿Ignora qué intereses oscuros mueven los hilos para que caiga la débil democracia peruana? ¿Tenemos que recordarle que el pueblo votó por un Congreso mayoritariamente “opositor” al Gobierno -nos guste o nos disguste- y que no hubo manera de entenderse y concertar? ¿Tenemos que recordarle que esa corrupción que “entra y sale de la cárcel” para no volver más, es la que mece la cuna del niño?
La democracia es el gobierno del pueblo, en tanto, se decide por mayoría; pero también la democracia es el gobierno del respeto a la Carta Magna y la Ley. No es un régimen político “veleidoso”, movido por el capricho ni por la conveniencia circunstancial de cualquiera que, respaldado por la fuerza de las armas, puede tirar el tablero a su antojo.
¿Será que doña Patricia tenía razón cuando le dijo: “Mario, tu sólo sirves para escribir?”
(*) Profesora CENTRUM PUCP