A lavarse las manos
Desde que el presidente Martín Vizcarra anunciara hace una semana que había llegado al Perú el primer caso de persona contagiada con el coronavirus COVID-19, el número de casos con este mal había subido a 17, según reporte de la ministra de Salud, Elizabeth Hinostroza. Las personas portadoras del virus, según todos los datos, llegaron al país procedentes de España e Italia, principalmente. Sin embargo, se filtraron con facilidad, sin los controles adecuados en el aeropuerto internacional Jorge Chávez, que es el principal punto de ingreso masivo de viajeros de distintos países de mundo, sobre todo de Europa y Estados Unidos.
Como es casi habitual en nosotros, nuestras autoridades competentes de ejecutar acciones públicas de control y prevención, reaccionaron luego que se presentara el primer caso; es decir, algo tardíamente. Ya el mundo estaba advertido de la gravedad de lo que la propia Organización Mundial de la Salud, OMS, ha denominado una pandemia por la complejidad del problema. Sin embargo, nuestras autoridades, al más alto nivel, no activaron adecuadamente sus alarmas ni desarrollaron acciones de prevención, de modo que el ataque de este virus, que es inédito en el mundo, pueda ser el menos traumático para nuestra población, como es nuestro deseo. Este hecho fue motivo de un comentario nuestro, hace unas semanas, teniendo en cuenta, sobre todo, su incidencia económica en el mundo.
La incidencia del mal ha ido bajando en China, país de origen donde apareció el virus. Las acciones que los médicos y expertos de ese país del lejano oriente fueron titánicos y eficientes, como lo pudimos ver desde las más apartadas latitudes del mundo. Capaces de levantar un enorme hospital para atender a pacientes atacados por el virus, en tan sólo diez días, los chinos dieron claras muestras de eficacia en una lucha sin cuartel contra esta pandemia. Hasta que lo enfrentaron con esfuerzo y éxito. En otros países de Europa, los riesgos para la población le siguieron con igual fuerza. Ahora sabemos que Francia, Italia y España, en ese orden, son los países con las más altas incidencias, al extremo que fueron obligados a adoptar medidas cada vez más extremas en sus políticas de cuarentena.
En el nuestro, el presidente Vizcarra anunció, hace unos días, que se han asignado mayores recursos a los sectores Salud y Educación para emprender jornadas de prevención, sobre todo, con la mejora de sus precarias infraestructuras en hospitales y colegios a nivel nacional. La prensa ha ido informando de una preocupante realidad, mostrando instalaciones sanitarias inadecuadas, falta de equipos médicos indispensables, carencia de medicinas y hasta mascarillas, recomendables en su uso para personas contagiadas con el virus.
Los especialistas señalan que no existen razones, sin embargo, para sobredimensionar el problema, puesto que el virus se puede enfrentar adoptando las medidas más recomendadas por ellos y que van desde el cambio de hábitos personales en la población. Y acatando estrictamente las indicaciones médicas en estos casos, como mantenerse en casa, por propia decisión, hasta ser evaluados si son o no portadores del virus, para evitar su contagio masivo. Sin embargo, existen otras recomendaciones fáciles de cumplir, con un poco de voluntad y decisión personales. Esto último sólo depende de la población.
Inevitablemente, esta nueva realidad nos está llevando a cambiar nuestros hábitos de interacción social como darnos el beso de saludo en la mejilla, o estrecharnos las manos como saludo, o compartir bebidas tomando en un solo vaso, o saber estornudar o toser haciéndolo cubiertos por nuestros codos o en papel descartable, en fin. O, lo más importante y significativo, lavándonos las manos con agua y jabón, siempre que podamos o viajemos en transporte público o agarremos cerraduras, puertas, objetos diversos en lugares públicos o privados celulares; o, simplemente, evitando concurrir a reuniones masivas, en los cuales los contagios pueden ser más impredecibles. Las medidas de prevención y precaución, en su origen, están en nuestras manos. Hay que tomarlas en cuenta.
Juez Supremo