¿Le conviene al Ejecutivo disolver el Congreso?

Resultaría demasiado torpe un acto del Ejecutivo tendiente a la disolución del Congreso en esta aniversario patrio porque en la confrontación política desatada entre ambos poderes le ha sido demasiado fácil al Gobierno desacreditar al Congreso hasta lograr que solo un ridículo porcentaje de la población apruebe el trabajo de los congresistas presentándolos como agentes obstaculizadores que le impiden al Ejecutivo gobernar adecuadamente, imagen ésta que no se recupera a pesar de encontrarse todo el entorno presidencial comprometido en muchas investigaciones penales por groseros actos de corrupción, en las cuales se ha incluido al mismo presidente como la presunta cabeza de una organización criminal.

Muchos dirán que también la credibilidad del Presidente ha sufrido una caída estrepitosa y tendrían razón, pero en esta guerra política en la cual a nadie le importa gobernar bien sino tomar el control de todo el poder, hay que medir tiempos y resultados en los cuales lo más llamativo es que en menos de un año la prédica itinerante del Ejecutivo ha casi demolido la autoridad del Congreso y, lo que es mas peligroso, lo ha fragmentado, inmovilizado y maniatado, de diversos modos y con incentivos focalizados, aplicados en circunstancias en que el propio Legislativo incurría en tremendos errores políticos al aprobar leyes en ámbitos muy sensibles a la población.

En este escenario, lo más lógico para el Gobierno que, a través del Presidente, tal como lo expone el plan electoral de Perú Libre, lo ejerce el Partido Comunista del Perú Marxista, Leninista y Mariateguista, es centrar sus acciones de guerra política en la nueva mesa directiva del Congreso, tal vez no pensando aún en colocar a uno de los suyos, pero sí a alguien proclive a ellos que surja de alguna bancada que se diga democrática, pero que actúa como un accesorio del Ejecutivo a la hora de las votaciones.

Los del Gobierno saben que las imputaciones penales en contra del Presidente pueden ser frenadas o poniendo a buen recaudo a los directamente involucrados en actos ciertos o convirtiendo a todos ellos en mulas que carguen con la responsabilidad cortando la línea de transmisión que llegue hasta el Presidente, total, esto ya ha sucedido con gobiernos anteriores; mientras, hay que ocultarlos para dificultar el desarrollo del trabajo de los fiscales y seguir ganando tiempo, porque en un año más de gobierno es casi seguro, de continuar el comportamiento actual del Congreso, éste caerá en manos de los grupos afines al poder de turno que irán incrementando sus bancadas de modo progresivo.

Esto es fácil de lograr para aquellos que siguiendo el ejemplo de Cuba, Venezuela, Nicaragua y demás países chavistas, utilicen como arma infalible para un triunfo en guerras políticas, la corrupción generalizada para la toma de la institucionalidad democrática.

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