Lecciones económicas de la relectura de las efemérides

La conmemoración de los 50 años de la muerte de Salvador Allende durante el golpe militar presidido por Augusto Pinochet fue motivo de exposición mediática más prolífica de lo que tradicionalmente se había estilado: la última alocución de Allende por Radio Magallanes y de la violación de los derechos humanos perpetrados por la dictadura militar.
Esta vez se trató con amplitud los prolegómenos del golpe, caracterizados por el desorden al interior de la alianza de gobierno de la Unidad Popular y su calamitosa gestión económica que no se puede justificar señalando el boicot y la propaganda opositora desplegada por la CIA.

Quedó en evidencia que el pensamiento que los recursos del Estado son infinitos para ser repartidos a la sociedad, es errado. El balance se ha hecho en un momento que hay un gobierno de izquierda y estando próximos a un referéndum para la aprobación de un nuevo texto constitucional. El temor al pasado que devino en una catástrofe económica ha sido uno de los motivos del tratamiento mediático.

Esta relectura chilena de los hechos del pasado también es aplicable al Perú, que, dentro de 13 días se cumplen 55 años, de la toma militar de las instalaciones de la International Petroleum Company en la ciudad de Talara. En esa oportunidad fue una reivindicación de una promesa electoral incumplida por el primer gobierno de Fernando Belaunde, y que fue el antecedente para la creación de Petroperú.
El gobierno militar en sus 12 años en el poder hizo una serie de inversiones en la petrolera estatal con deudas que recién se pudieron honrar en la década del 90, como el caso del Oleoducto Norperuano, que se construyó con recursos de The Japan External Trading Organization. Los dos gobiernos democráticos que sucedieron a los militares deterioraron seriamente a la empresa, con el copamiento laboral y el subsidio indiscriminado a los combustibles.
El descrédito devino en que la privatización de los 90 fuese vista hasta con complacencia ciudadana. Han transcurrido 31 años desde que se vendieron sus primeros activos y hoy estamos en una situación que el exagerado auxilio exigido de la caja fiscal, por más relato nacionalista que hagan sus conductores actuales, la percepción ciudadana no será de aprobación.

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