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Lecciones que enseñan

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Fecha Publicación: 25/10/2019 - 21:50
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La crisis política, acompañada de violencia social por la que atraviesa el hermano país de Chile debe servir para reflexionar sobre nuestros propios problemas, puesto que las causas, razones y variables sociales que generaron esa situación son parecidas a las que nosotros también vivimos. No olvidemos, hemos tomando el desarrollo chileno como un referente al que deberíamos emular, según todos los expertos y comentaristas a quienes solíamos escuchar.

La violenta reacción social en Chile, liderada, en gran medida, por los jóvenes y sectores empobrecidos del vecino país del sur, ha puesto de manifiesto la existencia de una realidad soterrada y que se mantenía latente a consecuencia de una fuerte desigualdad económica entre su población, generada, esencialmente, por el liberalismo desenfrenado y en exceso, que todo lo puso a merced del libre mercado. Y no advirtieron, sus gobernantes, del tremendo problema que iban incubando sobre todo en los sectores más vulnerables del pueblo.

La violencia social estalló, en apariencia, por el incremento de las tarifas del metro en Santiago. Sin embargo, el problema era mayor a tal extremo que ni la manifiesta rectificación de sus medidas económicas, acompañada de una ambiciosa agenda social, expuestas por el presidente Sebastián Piñera pudieron detener las movilizaciones callejeras de los exaltados habitantes de Santiago. Para entonces, y hasta escribir este comentario, se sabía de 18 muertes, algunos de ellos niños y connacionales lamentablemente. Las imágenes trasmitidas por la televisión al mundo entero, con edificios en llamas, carros destrozados, bombas lacrimógenas y balas de goma, carabineros en apuros, hablan por sí solas.

Chile vive su peor momento. Un análisis prudente y sereno dado a conocer por la BBC Mundo y reproducido en un diario local nuestro, dio cuenta de esa “deuda social” que el pueblo chileno viene reclamando y que tiene su origen en las brechas sociales entre quienes tienen mucho y muchos que no tienen nada, desarrollada bajo una engañosa cubierta de progreso y crecimiento, cuya modernidad sorprendía al mundo.

Las deudas sociales reclamadas por el pueblo tienen que ver con prestar atención en el sistema de pensiones, revisando el modelo de AFP que no ha sido capaz de ofrecer pensiones dignas, ser más sensibles en el terreno de las prestaciones de salud, atender los reclamos en el campo del transporte público que, según la agenda elaborada, constituye hoy uno de los principales problemas urbanos en Chile. Y contra lo que puedan aspirar muchos, la población chilena se ha manifestado abiertamente en contra de la privatización del agua, porque Chile “es el único país del mundo que mantiene privatizadas sus fuentes de agua desde la dictadura”, según dijo un activista defensor del agua.

La demanda por un mejor sistema educativo, el rechazo a la colusión de empresas que se ponen de acuerdo para fijar precios de sus productos, especialmente farmacéuticas, actos abiertos de corrupción en el manejo de la cosa pública, en los cuales partidos de izquierda y derecha están salpicados, todo ello abonó para el descontento popular que vimos expresado estos días en violencia, saqueos y enfrentamientos callejeros. El propio mandatario pidió al pueblo perdón por no haber advertido el problema. Todo ello existiendo parlamento de por medio, ojalá el interregno peruano sea llevado con real solvencia democrática y no con autoritarismo, de lo contrario nos corremos el riesgo de pasar por un caso parecido al chileno.

Juez Supremo