Legado o botín
Cuando la gestión pública demuestra su peor cara, con puentes que colapsan trágicamente (Chancay) o que no existen (Santa Rosa), y Dios sabe cómo se accederá civilizadamente al nuevo mega terminal aeroportuario de la capital, el actual desgobierno que se padece nos regala otro atropello “político” rechazado por tirios y troyanos.
Con el argumento legalista de que el “Proyecto Especial Legado” (LEGADO), heredado de los exitosos Juegos Panamericanos realizados en el 2019, tiene naturaleza temporal y “duplica” las funciones del poco eficaz IPD, se ha decretado de un plumazo su extinción y la transferencia, en el plazo de treinta días calendario, de sus jugosos recursos presupuestales y bienes a dicho mediocre instituto. Todo un bocatto di cardinale para dudosas bocas.
Lo de la duplicidad funcional resulta, técnicamente, bastante discutible, pero lo que no deja duda es que LEGADO, hasta hoy una suerte de isla institucional de gestión moderna y transparente dentro de una administración estatal burocratizada e ineficiente –por decir lo menos–, terminará fagocitada en manos del IPD, que apenas puede con el Estadio Nacional y ni hablar del resto de la infraestructura deportiva del país. A lo que hay que sumar la absoluta inoportunidad de la decisión “gubernamental” si el Perú volverá a ser sede de los Panamericanos en unos años.
Empero, hay algo más que aumenta la suspicacia ciudadana en torno a la verdadera motivación del decretazo. Este malhadado régimen de turno está prácticamente de salida (le queda año y pico, si no menos) y sobre el control del IPD existen serias sospechas de la influencia de los llamados “Waykis en la Sombra”, bajo investigación fiscal y presuntamente encabezados por el hermanón de la sucesora presidencial. Preguntamos, ya que se les agota el tiempo: ¿el presupuesto millonario para la gestión y mantenimiento de la infraestructura de LEGADO, que se adjudicaba integralmente mediante concurso público internacional, acabará ahora repartido en pedazos a favor de contratistas cercanos a los “Waykis”? Es solo una pregunta y, mientras tanto, veremos qué pasa en los meses venideros.
Lo que sí creemos, visto lo visto, es que, a partir del 28 de julio del año próximo –si no es antes–, casi habrá que reconstruir por completo la institucionalidad de la República. ¡AMÉN!
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