Lima necesita urgente resiliencia climática
Debemos aprender de los golpes que nos propina la naturaleza, especialmente producto de los efectos del cambio climático, en el que Perú, y en especial Lima, son altamente vulnerables, por su ubicación geográfica en la línea ecuatorial tropical, sus características sociales y sus deficiencias en políticas, planes y estrategias de prevención.
El Niño Costero nos sorprendió con la guardia baja y noqueó a Lima y numerosas ciudades del norte del país, causando daños por más US$3,000 millones, equivalente al 1.6% del Producto Interno Bruto (PIB) peruano, e interrumpió abruptamente nuestro crecimiento de 4%, que había sorprendido a América Latina y el mundo durante varios años.
Siendo Lima, una megaciudad de 10 millones de habitantes y la más importante por su contribución de más del 40% del PBI, merece una mayor atención y preocupación de las autoridades, respecto a la adaptación, mitigación y resiliencia climática. El Plan Climático para Lima Metropolitana aún está en elaboración.
En el 2014, Perú y Alemania suscribieron un convenio de cooperación internacional y emprendieron en Lima el Proyecto de Adaptación de la Gestión de los Recursos Hídricos en zonas urbanas al Cambio Climático con la participación del sector privado (ProACC), el primero en su tipo en nuestro país. Acaba de culminar y sus logros son meritorios, pero no basta; es un tema a largo plazo, y así debe entenderlo el gobierno, prolongándolo y ampliándolo a otras ciudades de país.
El proyecto, bajo el liderazgo de Stephan Dohm, ha logrado crear el Observatorio del Agua; concienciar sobre la importancia del trabajo multisectorial y transversal a través del Consejo de Recursos Hídricos de las Cuencas Chillón, Rímac y Lurín; sensibilizar sobre la importancia de un plan concertado contra el cambio climático; comprometer al sector privado a través de proyectos de valor compartido en agua; promover el acceso al certificado azul y el programa de huella hídrica, para el uso responsable del agua; lo vital del reúso de aguas residuales tratadas; y, que 19 municipalidades distritales prioricen 94 medidas para adaptarse al cambio climático.
Dohm, refiriéndose al desabastecimiento de agua potable ocurrido en el 2017, sostuvo que es prioritario que ante un caso similar, Lima cuente con un plan B de abastecimiento sobre la base de más de un centenar de pozos, que capten agua subterránea. Debemos asumir esta experiencia desde Alemania, porque el cambio climático no perdona.