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Llanto en Ighran

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Fecha Publicación: 15/02/2022 - 21:50
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Ighran es una pequeña y pobre aldea de las montañas de Marruecos en la que, hace dos semanas, un niño de cinco años, Rayan, cayó a un pozo de 45 centímetros de ancho por más de treinta metros de profundidad. Tras varias extenuantes jornadas de trabajo, el niño fue rescatado muerto. Todo el país estuvo pendiente de la búsqueda y, tal vez como nunca antes, sintió la solidaridad de sus gentes empeñadas en la realización de un milagro.

No hace mucho, en enero de 2019 en Totalán, Málaga, España, Julen, un niño de 2 años cayó a un pozo y también fue rescatado sin vida. Las semejanzas entre estas dos tragedias son evidentes, y la solidaridad despertada también. El diámetro del pozo de Julen medía 25 centímetros y el de Rayan, 45. El agujero en el que cayó este último era de 32 metros mientras que el de Julen, de 100.

Todo Marruecos se movilizó. Desde el Rey Mohamed VI hasta los cientos de personas de toda edad y condición que siguieron las incidencias del rescate en el propio pueblo, sintieron como suyo ese pasito en falso y la ardua e inútil tarea para que no lo condujera hasta la muerte. Periodistas destacados en el lugar, narraban conmovidos las muestras de afecto entre los lugareños y visitantes de la aldea, unidos por ese pasito trágico y por la esperanza de desandarlo. No fue posible. El Rey escribió: “Hicimos todos los esfuerzos para salvarlo, pero la voluntad de Dios es imparable y el niño ha respondido a la llamada del Altísimo”.

El gran futbolista que fuera del Real Madrid, Ashraf Hakimi escribió en emotivo mensaje, así como deportistas de la vecina Argelia tan célebres como Youcef Belaili, Riyad Mahrez e Ismaël Bennacer, hicieron lo mismo. El Papa Francisco destacó la voluntad de unidad de todo el pueblo hermanado en un solo propósito. También lo hizo el presidente de Francia, Enmanuel Macron.

Rayan, un niño de 5 años, de una aldea de Marruecos, cuya familia brega sin descanso para comer a diario, es una metáfora dolorosa de la infancia desatendida y marginada del mundo que todos los días se cae al pozo de la pobreza, de la ignorancia, de la malnutrición, del abandono. Se cae y allí se queda. Sin jornadas de búsqueda, sin solidaridad, sin cielo. Sus patrias -la infancia es la patria de las personas, decía Rilke- están llenas de pozos y de ciénagas, en donde cualquier día y a cualquier hora, se van cayendo como peluches. Y nadie se da cuenta…

Jorge.alania@gmail.com

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