Lo mejor de mi vida es estar a tu lado

Durante el desarrollo profesional, he tenido a cargo pacientes, adolescentes, jóvenes, adultos de ambos sexos, que han experimentado desde que tuvieron uso de razón ausencia de afecto, comprensión, tolerancia, comunicación y respuestas a las preocupaciones que le asaltaban en la mente. Recuerdan cuando eran niños, eran criados por las empleadas, padres ausentes y el apego se estableció con terceras personas, que de una u otra manera suplían la lejanía de la familia, que, cuando llegaban los padres, los infantes estaban durmiendo. Llegó el momento de la escuela, los padres se limitaron a matricularlos, los niños eran trasladados al colegio por las empleadas o la movilidad que contrataban, en cuanto a la higiene, alimentación, inclusive las tareas, sino tenían profesora particular, las mismas empleadas cumplían ese rol. Cuando dejaron de ser niños y se convirtieron en adolescentes, no existía comunicación con los padres, estaban en su actividades profesionales, sociales y políticas, nunca les hablaron de sexo, masturbación, menstruación y de los afectos con el sexo opuesto, inclusive de las relaciones homosexuales, que pudieran generarse por problemas de identidad, que algunos los resolvieron con la madurez, pero lo real y cierto que los padres no participaban y la información recibida en la escuela era muy limitada por el bendito pre juicio, que los ha llevado a muchas personas a especialistas en salud mental.

Llegando a ser jóvenes sus personalidades no estaban bien constituidas por las carencias de afecto de los progenitores, maestros y el medio ambiente que convivían, empero algunos escogían estudiar una carrera, otros se conformaban con un trabajo, algunos se iban al extranjero a labrarse un futuro, porque decían, “nadie es profeta en su tierra”, y otros se dedicaban a una vida superficial, fatua, relacionadas con vivir el momento, el presente, sin medir las consecuencias, había otros que fueron padres a temprana edad, incluso se volvieron adictos, al alcohol, cocaína, pasta básica de cocaína, marihuana, al juego, las apuestas, algunos salieron del clóset, se definieron como homosexuales, lesbianas, bisexuales, inclusive estuvieron internados en centros de salud mental y privados de libertad por su mal comportamiento y no eran culpables de nada, ellos no escogieron venir al mundo y convivieron con la soledad, discriminación, el silencio por no ser escuchados y escuchar, porque nadie hablaba. En la adultez, muchos supieron escoger su camino y otro no; ¿y por qué?, unos son fuertes y otros débiles, no obstante haber vivido las mismas experiencias, pero todos los seres humanos no las internalizan igual, depende mucho de las herramientas que han aprendido para afrontar la vida, a pesar de haber tendido una familia ausente, depende con el cristal que percibes el mundo que les rodea, por ejemplo, el pobre llega a hacer fortuna y el rico la pierde toda, allí está en juego, las metas, objetivos y fines, existe el libre albedrío, las personas deciden el camino a escoger.

La gran mayoría de estas personas encontraron sus compensaciones, a pesar de sus carencias, escogieron buenas parejas con algunas dificultades que las superaron, pero lo más importante es que llenaron su “tanque emocional”, no volvieron a sentirse solos sino queridos, amados, respetados, importantes, gratificados en todas las áreas de la vida humana, engreídos, formando una familia que nunca la tuvieron, porque los padres pensaban primero en ellos, segundo en ellos y tercero en ellos, no construyendo una vida de amor y esperanza para los hijos. Pero cómo es la vida, a pesar de haber pasado los hijos esas malas experiencias, la gran mayoría no ha abandonado a sus padres, los visitan, están al tanto de sus necesidades, han comprendido que estuvieron equivocados y con la madurez han entendido que ellos pasaron por lo mismo. Esa actitud es “amor” para toda la vida. Puedes tener dinero o no, pero si no tienes amor, no tienes nada.

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