Lo que deja la cumbre de la OTAN en Lituania

El cónclave de los 31 jefes de Estado o de gobierno o simplemente líderes de los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN, en la ciudad de Vilna, en Lituania, los días 11 y 12 de julio últimos, ha concluido, a mi juicio, dos asuntos centrales: de un lado, el esperado ingreso de Suecia en la Alianza militar más importante del espacio septentrional de Occidente, creado en 1949, luego de la Segunda Guerra Mundial y en pleno proceso de afirmación de la Guerra Fría, y de otro, un paso más, aunque comprensiblemente lento, en el camino hacia la incorporación de Ucrania en dicho bloque. Veamos ambos puntos y sus aspectos concomitantes.

En cuanto a la filiación de Suecia, país del norte de Europa, a la OTAN, ésta solamente ha podido ser posible por la flexibilización de Turquía que se oponía frontalmente al considerar que Estocolmo fungía de espacio protector del Partido de los Trabajadores del Kurdistán o simplemente PKK y de las milicias Unidades de Protección Popular Kurdas o YPG, que para Ankara tienen la calificación de terroristas. Está claro el rol cumplido por Estados Unidos con su presidente, Joe Biden, a la cabeza, que, por cierto, fue entre los primeros mandatarios en llegar para la cumbre.

El objetivo de la OTAN o de EE.UU., para decirlo con mayor precisión, se ha cumplido. En efecto, luego del ingreso de Finlandia el pasado 4 de abril de este año, ahora la Alianza no solo contará con un miembro más sumando 32, sino que la cohesión de la OTAN en medio de la guerra de Rusia contra Ucrania, es evidente que empodera a Occidente y debilita a Rusia que no ha podido persuadir a Turquía a que se resista a dar luz verde para el acceso de Suecia.

Los turcos con su presidente recientemente reelegido, Recep Tayyip Erdogan, que conseguirán concesiones, seguramente militares por Washington -nada se hace sin algo a cambio en las relaciones internacionales-, de paso le han mandado el mensaje de actuación internacional sin hipotecas a su par ruso, Vladímir Putin, que debe estar echando chispas por la medida que Moscú seguramente considerará como un golpe bajo a los acercamientos entre Moscú y Ankara de los últimos años. En cuanto a las intenciones de Ucrania por ingresar en la OTAN estaba cantado de que mientras persista la guerra con Rusia, eso no va a pasar.

La regla de oro de la Alianza es que cualquier miembro que sea objeto de una agresión exógena, los demás responderán como los mosqueteros, es decir, todos para uno y uno para todos, y eso es precisamente lo que se quiere evitar por más de que Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, haya saltado hasta el techo. Con lo anterior, las intenciones para que se concrete el ingreso de Kiev son reales y dependerá de las futuras circunstancias, hallándose por ahora en el canasto de la paciente espera.

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