Lo que haremos para frenar el terrorismo migratorio
El Estado y la presidencia inútiles que tenemos no entienden que una guerra no se gana con decretos y multando a las personas. Una guerra se gana combatiendo. Y los que deben combatir son los policías, fiscales y Poder Judicial; ellos son la primera línea de batalla. ¿Adivinen qué? Están perdiendo la guerra. En el 2021, nuestra patria cerró el año con un 18.2% de tasa de victimización, es decir, la cantidad de peruanos mayores de 15 años que fueron víctimas de la delincuencia. Hoy, esa cifra se ha disparado hasta el 27.4%, incrementándose en 9% en menos de cuatro años. No, señores: a la delincuencia que ha invadido y puesto en jaque a nuestro sistema, no la vamos a vencer con la mentalidad mediocre de Boluarte y un grupo de técnicos burócratas que no deberían estar en el poder.
No podemos ser diplomáticos, lentos ni sensibles con la delincuencia nacional y extranjera; y mucho menos con la migración. Los responsables de esta invasión contra nuestro país son Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra. El segundo es un tremendo sinvergüenza, que ahora dice apoyar a los transportistas cuando fue su mediocridad política la que dejó las puertas bien abiertas de nuestras fronteras para que ingresen cientos de miles de venezolanos indocumentados y delincuentes. Ellos se preocuparon más por los migrantes venezolanos que por la seguridad, estabilidad y vida de los peruanos y sus familias.
¿Cómo piensa el Estado vigilar que lo decretado se cumpla? No tienen idea de cómo hacerlo. ¿Van a tocar puerta a puerta? Si queremos controlar a los migrantes, ordenarlos, reconocerlos y ubicarlos, intervenir a cada uno es lo que debemos hacer. ¿Quién debería hacerlo? La Policía Nacional del Perú, con el apoyo de las Fuerzas Armadas. Esta intervención debe seguir dos pasos básicos: registro y corroboración. La PNP tendrá la capacidad de solicitar a cualquier venezolano u otro extranjero los documentos que certifiquen que son legales en el país. Esta es la única manera de saber la cantidad correcta de inmigrantes, los ilegales y delincuentes. Esta medida es indispensable y urgente para proteger a nuestra gente; al protegernos nosotros, los protegemos también a los que permanecen en nuestro bondadoso país para una mejor vida.
La construcción de cárceles es un acto imprescindible. Tenemos que entender que van a seguir llegando venezolanos, colombianos, ecuatorianos, argentinos, bolivianos al país. Perú, incluso con todos sus problemas y rarezas, sigue siendo un país interesante para los que ya no ven oportunidad en el suyo –definitivamente, Latinoamérica se está hundiendo–. No podemos escapar de esta ola migratoria, pero tampoco vamos a permitir que destruyan el país. Y cuando eso suceda, será sólo responsabilidad nuestra. La migración masiva trae consigo a la delincuencia que, después de algunos años de organización, inicia a aterrorizar y asesinar a los peruanos por dinero. Eso lo sabe cualquier sociólogo; no importa el país ni el continente. No tenemos un lugar en donde refundir a todos esos delincuentes, cuyas vidas son inservibles para el bienestar de la sociedad; pero increíblemente, aún tienen derecho a la vida. Y somos respetuosos de ello. Necesitamos más cárceles para luchar contra el terrorismo migratorio, porque no hay peor castigo para el ser humano que perder su libertad total.
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