Lo que te gusta
Todo lo medimos solo en función de lo que nos gusta a nosotros, pero no funciona en sociedad. Existe una palabra: “sintonía”. Las opciones de un amor se reducen notablemente si es que de lo que se trata es de sintonizar con una o uno. Busca en un aparato de radio aquella estación de tu gusto, pero para que tu gusto coincida con la frecuencia perfecta debe reducir sus alternativas y así solo existe un número entre tantos con el que puedes escuchar. No se trata de que te guste el número sino de dar en el blanco.
Ocurre en todo, como cuando un universitario pregunta por la especialidad y respondo según los parámetros del mercado. “¿No se trata de hacer lo que me apasiona acaso?”. Desde luego que en el estado ideal sí, pero en la vida real nadie escala posiciones sino por la aprobación de otros. Y del amor no se vive. Si te casas, si triunfas en los negocios, si logras un empleo o si eres elegido Presidente no es por cómo te autopercibes sino por cómo te perciben los demás. ¿Qué ofreces? ¿Cuál es tu público? ¿Has segmentado? ¿Dónde cuadran mejor tus habilidades? ¿Y ella? A ella le gustarás o no, pero no porque te gustes o no te gustes en el espejo.
Debe ser tronador y frustrante hacerla así a la vida, pensando todo en función de un plan de negocios o en el gusto del consumidor. Cuando me interrogan por competencias electorales pienso que mi racionalidad de candidato limeño no es la misma racionalidad que la de aquel que vota en el Ande y a cuya precipitación llamo “irracionalidad”. De allí las derrotas. Razonar es también razonar desde el otro.
Hace algunos años me consultaron sobre la pertinencia de la ubicación de un restaurante. El emprendedor se empecinó en abrir su lugar de comidas en un vecindario, uno en el que no había oficinas y, desde luego, todos almorzaban en sus casas o estaban lejos trabajando. Los fines de semana todos quieren alejarse. Fracasaría y fracasó. Cerró a los pocos meses. “¿Ves? Es lo que te gustaba, pero ni los decorados te sirvieron para sostener el menú”. Razona desde el vecino, no desde tu apasionamiento.
Corta la piel ser del otro solo para sobrevivir, que se apropien de nuestros sueños, gustar por ser y que las vocaciones sean entelequias; pero es la vida.