Lo sabe Casandra
Castañeda siempre favorito en las encuestas presidenciales y nada. Qué decir de Lourdes Flores. Haya y Bedoya pintados por décadas. Casandra no acierta. Ni los pintados con justicia la tienen cantada. Al revés. En la historia han existido muchos fenómenos de última hora. Es posible ganar visibilidad rápido: depende del lema y los gestos. Piérola, Leguía y Belaunde eran hábiles con el manejo de lemas y gestos. Desde la aventura del Talismán al “No firmo” hasta el manguerazo.
Leguía, un pequeño comerciante sin futuro político; Piérola, un recomendado al presidente Balta por su tío el senador Echenique para dirigir Hacienda a los treinta años y hacerles la guerra a los consignatarios. Nada hay previsible en la historia, quién iba a decir en ese momento que serían gobernantes. Los personajes “destinados” emergen de pronto y con un rasgo común, “confrontar con el mundo”.
Fujimori llegó a la primera vuelta del 90 con la “partidocracia” como palabra clave. Rector de la Agraria, apenas recordado por su programa “Concertando” –1987-1989– en Canal 7, pero ganó por desafiar al sistema, llegando de la nada. Al frente un Vargas Llosa liberal, pero en un frente con partidos a los que debió retar junto al APRA y la izquierda.
Toledo era en 2001, un economista sin notoriedad. Aprovechó el colapso del régimen de Fujimori y se presentó como el antisistema contra el fujimorato. En el diario Correo de agosto de 2005, anticipé en el artículo “Humala viene volando” su llegada a la segunda vuelta desde su magro 4%. Era el chavista de polo rojo, pero era el antisistema de los pobres.
Castillo se presentaba como un maestro rural desconocido en 2021. Logró capitalizar el descontento de sectores que no confiaban en nadie, pero que no debieron confiar en él. Las ciudades y las encuestas lo ignoraron. Un candidato que se presente como anti establishment en 2026 y que no tenga miedo de decirlo puede conquistar el bolsón que no gusta de nada (47%).
Aquél que sepa interpretar en su totalidad el profundo descontento que recorre las arterias del Perú, aquel que entienda la frustración de los pueblos olvidados, será quien logre darles voz a los marginados, a los invisibles, a los pobres que claman por justicia. Y en este escenario, los liberales, lejos de los politicastros criollos que dominan la escena, pueden ser los auténticos artífices de una renovación republicana que nos devuelva la dignidad.
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