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Los activistas

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Fecha Publicación: 07/09/2019 - 23:00
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La liliputiense marcha del jueves 5 convocada por diversos “colectivos” para repudiar a la clase política y pedir el adelanto de las elecciones al año 2020, toma la temperatura a esa expresión amorfa de la ciudadanía que, si bien tiene todo el derecho a manifestarse, igual debe someterse a escrutinios muy estrictos de evaluación.

Ante el fracaso de los partidos en su rol de intermediación y canalización de la demanda popular, esos colectivos, organizaciones de base, frentes de defensa y decenas de otras denominaciones, han surgido como la espuma. En la mayoría de otras naciones, estos activistas conformaron grupos monotemáticos (al decir del sociólogo chileno Luis Maira) que encarnaban la búsqueda de una reivindicación concreta: desde la satisfacción de una red de agua potable para su localidad hasta el matrimonio homosexual. No buscaron salir de los parámetros que los congregaba y solo algunos de ellos pugnaron por espacios políticos para conseguir su propósito.

En el Perú, el activismo ha servido desde mediados de los años 80 del siglo pasado para disfrazar a la fracasada izquierda comunista que se comió las uñas viendo por TV la caída del muro de Berlín, así como el desplome de sus ideas y líderes referentes. Dijeron adiós a las asignaciones económicas de la órbita socialista y se matricularon ipso facto en las arcas del imperio liberal.

Para ello, justamente, se apropiaron de la agenda liberal que estipuló la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 en todas sus variantes y derivados (lucha contra la discriminación, género, medio ambiente, laboral, etc.) ante una derecha ociosa y un liberalismo auténtico pero solo entusiasta en pregonar antes que en obrar. La izquierda comunista –experta en militancia, formación de ONG, contacto con sectores marginales– no demoró su aggiornamiento y hoy tiene como esclavos a verdaderos liberales que no llegan a identificar la entraña totalitaria de sus fletadores.

Y en el centro político, el desinfle del Apra (por casi medio siglo el dique de contención ideológica y organizacional contra el comunismo) igual que el de partidos con experiencia de gobierno o cogobierno (Acción Popular, PPC) dejó un terreno libre a tales activistas.

Sin embargo, como lo demuestra la marcha del jueves 5, los promotores del activismo extrapartidario solo se abrazan entre ellos, sus voceros, ONG y medios de comunicación afines. Constituyen sin duda un gran aparato político-comunicacional pero no tocan siempre la fibra movilizable del pueblo (el cual, según la última encuesta de Datum, recapacita frente a la demagogia del presidente Vizcarra, hoy su aliado).

Enternecen de verdad las Jane Fonda nativas. Solo que estas Jane Fonda sirvieron por igual a Toledo, Humala o PPK y hoy marchan como si a ellas no les llegara el grito: “que se vayan todos”.