Los aranceles como herramienta básica de la guerra comercial
Estamos viendo cómo los aranceles, un gravamen sobre los bienes importados o exportados, están siendo utilizados para direccionar y cambiar, en segunda e inmediata oportunidad, las decisiones de algunas naciones. Casos puntuales de Estados Unidos de Norteamérica con Colombia y México.
Los aranceles existieron en Roma y se llamaron portorium. Era un impuesto aplicado a las actividades comerciales respecto a las mercancías que cruzaban las fronteras del Imperio; hoy llamado comercio exterior. En el mismo sentido, durante muchos siglos después, las ciudades-Estado de Europa aplicaron los aranceles para proteger sus actividades, producción o industrias locales y recaudar fondos para la monarquía.
En el siglo XVI, con la llegada del mercantilismo y la intervención del Estado en la economía, los aranceles se convirtieron en una política para fomentar la acumulación de riqueza y fortalecer a los Estados. No obstante, Adam Smith, en La riqueza de las naciones (1776), fue un opositor a esta práctica, en la medida en que él propiciaba el libre comercio y los aranceles eran la reducción de dicha libertad, porque constituyen barreras o trabas para esta.
Con la Revolución Industrial, a mediados del siglo XVIII, y el crecimiento del comercio mundial, se iniciaron los tratados comerciales para facilitar el intercambio de bienes mediante la reducción de aranceles. Sin embargo, aún en el siglo XX, algunas políticas proteccionistas conllevaron disputas comerciales que afectaron la economía global, como la Gran Depresión de 1929. Un ejemplo fue la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930 en Estados Unidos, que elevó los aranceles de importación del 40 % al 60 %.
Un arancel viene del árabe andalusí al-inzál, que significa “el alojamiento”, y es una forma de impuesto que los gobiernos imponen a las importaciones con el objetivo de proteger la industria local, recaudar ingresos fiscales o influir en la política exterior. Suelen ser:
Ad valorem, cuando corresponde a un porcentaje sobre el valor de la mercancía importada.
Específicos, si se fija una determinada cantidad por unidad de producto.
Mixtos, al aplicarse los dos anteriores respecto al mismo bien.
Como hemos visto, los aranceles han dejado de ser una herramienta de política económica y han pasado a ser una estrategia geopolítica. La Organización Mundial del Comercio (OMC), fundada en 1995, ha intentado reducir su impacto negativo a través de convenios multilaterales, como el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), que fue el documento que la creó. Sin embargo, las guerras comerciales mediante la aplicación de aranceles continúan.
La aplicación de aranceles tiene consecuencias directas en los consumidores, productores y la economía en general, en la medida en que aumentan el precio de los productos importados, permiten proteger a la industria local frente a la competencia extranjera, así como atraer inversiones. Pero también se usan como represalias comerciales y se origina lo que se denomina guerra comercial, que sucede cuando un país impone aranceles a sus socios comerciales y estos responden con medidas similares.
En nuestro caso, la Constitución de 1993 garantiza la libertad de comercio, por lo que la política arancelaria peruana ha estado marcada por la apertura comercial y la reducción de barreras arancelarias, así como la promoción de tratados de libre comercio con gran número de países.
Como señaló el jurista peruano Javier Valle-Riestra en El Estado Constitucional (1996), el derecho debe ser un puente entre los intereses económicos y la justicia social, evitando que el proteccionismo se convierta en un arma de doble filo para el desarrollo de los pueblos.
César Alfredo Montes de Oca Dibán
Abogado, docente universitario, consultor legal
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