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Los blancos de alto valor

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Fecha Publicación: 23/06/2020 - 21:30
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Desde que Clausewitz conceptualizó el centro de gravedad en los pugnas humanas, como aquel rasgo particular sobre el cual se debe concentrar el esfuerzo para desmoronar su solidez y con ello todo el poder del adversario, han surgido centenares de intentos de desarrollo conceptual para precisar no solo en el ámbito de la guerra, dónde focalizar el esfuerzo que quebrante voluntades y conlleven al éxito o victoria, absoluto o relativo.
De lo anterior se desprende lo que en el argot militar se denominan “blancos de alto valor” y que refiere a los líderes, cabecillas o personalidades en general que son gravitantes en un bando y cuya caída, captura o encarcelamiento puede cambiar el curso de la rutina o de la historia.

Seamos claros, desde el inicio de la vida republicana y aun antes, en el virreinato, se origina la gran corrupción en el país. Libros y más libros nos muestran cómo los recursos del Perú fueron a crear grandes fortunas personales y este problema ha sido y es combatido a “medio pelo”. Hacemos como que combatimos a los criminales mientras ellos hacen como que son inocentes y de ese juego emerge la “administración de la corrupción” en el Perú.
Nunca nos propusimos combatir seria y drásticamente a la corrupción en el Perú y siempre apuntamos abajo. El exlegislador apodado “come pollo” fue sentenciado a cárcel, le levantaron la inmunidad inmediatamente y terminó tras barrotes por facturas de consumo de pollo adulteradas. Todo un récord. ¿Y con las “personalidades”? Salvo excepciones, “no pasa nada” como diría Martínez Morosini. Pero, en realidad, dejan un tóxico legado de descomposición moral que otros imitan y viralizan cual pandemia.

¿Qué hacer? Pues atacar a los blancos de alto valor. Los presidentes, ya demostraron de lo que fueron capaces de hacer con la patria. Ministros, viceministros, congresistas, gobernadores, alcaldes y muchos otros funcionarios en posición de liderazgo, caen y promueven la tentación millonaria a costa de la nación. “Administramos” una corrupción que cada año se adueña de más de 17 mil millones de soles mientras millones de personas viven como hace cien años. ¿Lo dudan? Basta salir de la oficina y de la ciudad. Créanlo.

He presentado el proyecto de ley 5134 que busca dos cosas: 1) aplicar la máxima sanción constitucionalmente posible, es decir la prisión perpetua y muerte civil para graves casos de corrupción, 2) disuadir a quienes nos lideran, a involucrarse en hechos de corrupción y que, por el contrario, den buen ejemplo. La idea es que nadie pierda su libertad y derechos de por vida, pero tampoco que nos sigan robando. ¡Basta ya!