Los calentones del Estado
No se les mueve un pelo. Me refiero al Ministerio de la Mujer, a las ONG feministas pagadas en verdes, a la Defensoría del Pueblo ni a la representante de la Comisión de la Mujer del Congreso, que nadie conoce.
Lo que está ocurriendo en el Callao, transmitido por el programa Panorama el día de ayer y denunciado por la señora trabajadora María de los Ángeles Escobar Herrera contra nada menos que el trabajador del área de Cultura de la Región Callao, Fritz Arnaldo Uribe Enríquez, es lo que a diario debemos vivir las mujeres que buscamos abrirnos paso dentro del estamento estatal y la vida política a nivel nacional.
Algunos dirían: si en Lima es así, ¿cómo será en provincia?
Exactamente. Las mujeres que buscan ejercer su derecho al trabajo, participar en la vida política, competir y desarrollarse profesionalmente son permanentemente extorsionadas, violentadas y discriminadas por delincuentes que ostentan cargos dentro del aparato de gobierno.
En unos cuantos meses, hemos visto a la amante de un ex primer ministro secuestrada y llevada a provincia para controlarla, pidiéndole su CV para “ayudarla”; una trabajadora del Congreso violada por un padre de la patria en las oficinas del Estado; una congresista siendo la burla de su compañerito de bancada por el tamaño de sus senos; una trabajadora del Congreso reclutada y asesinada por un funcionario con fama de “enfermito sexual”, según se comenta en los pasillos del Legislativo.
Es vergonzoso el nivel de violación a los derechos de las mujeres por parte de los funcionarios del Estado. Ellos, a través de su ignorancia, machismo y poca educación, promueven la violencia que hoy en día tenemos que sufrir las mujeres a nivel nacional y en cada estamento de la sociedad.
A puertas de la campaña electoral para las elecciones del 2026, ¿qué mujer profesional, de valor, querrá participar en la vida política de nuestro país si constantemente somos extorsionadas, maltratadas, insultadas, ninguneadas y discriminadas?
Sin ir muy lejos, yo pertenezco a un partido político en el cual, en alguna ocasión, se ha hecho el comentario: “Está de mal humor porque se ha peleado con su esposo”, frase altamente machista. Es decir, ¿una mujer no puede alzar la voz ni discrepar políticamente porque inmediatamente se especula erróneamente sobre su vida personal?
Y estoy segura de que no hicieron referencia a la menstruación femenina, porque a todas luces estoy en la menopausia, lo cual también es motivo de insulto machista, ignorando las graves consecuencias de salud que las valientes mujeres debemos afrontar en esta etapa de nuestras vidas.
No, señores, no lo vamos a permitir. Vamos a luchar desde donde podamos por defender nuestra dignidad y nuestro derecho a la igualdad.
Las mujeres tenemos experiencias especialísimas que podrían aportar increíblemente a la vida política de nuestro país. Sin embargo, costumbres anacrónicas, profundamente arraigadas en nuestra cultura, como el machismo físico, intelectual y social, no lo permiten.
Exijo, a nombre de muchas mujeres peruanas, que el Defensor del Pueblo ponga manos en el asunto. Es urgente: primero las insinuaciones, luego la extorsión, sigue la violación y, finalmente, el asesinato.
A los calentones del Estado, les haremos la guerra. No lo vamos a permitir.
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