Los caviares son un asco

Los caviares ya no pueden definirse con el significado de apellidos compuestos, ni por las condiciones económicas de los privilegiados que viven en un penthouse del Golf de San Isidro pero se sienten culpables de las diferencias sociales y de las desigualdades del mundo. Lo que los define actualmente es la petulancia, la pedancia diríamos de creerse superiores moral e intelectualmente al resto de los mortales y, por lo tanto, de tener derecho a dirigir los destinos del país. Tal es el caso de la así llamada “coalición ciudadana” que de ciudadanos sólo se representan a ellos mismos, pues la palabra “ciudadano” implica a gente “bien” como ellos. Esta gavilla de petimetres pide adelanto de elecciones para solucionar su situación venida a menos, lo que enmascaran con dar solución a una crisis política y social del Perú de la cual ellos son los principales responsables cuando eligieron o dejaron elegir con su abstinencia al golpista y caco Pedro Castillo. También lo hicieron con el ladrón y dipsómano Toledo y con el “capitán Carlos”, así como con el lobista PPK y el trepador Sagasti, ese de “dónde está el jamón”. Ahora estos intelectuales y politicastros de pacotilla pretenden darle soluciones de salida al Perú que ellos han corrompido desde hace 20 años. La revelación de que el capitoste del IDL-Reportres suspendía diligencias con una simple llamada telefónica al fiscal supremo Pablo Sánchez los revela de cuerpo entero. Su superioridad moral los hace intocables a la mano de las instituciones republicanas, pues ellos están seguros de que se encuentran por encima de ellas, infiltrándose y manipulándolas lo que más puedan.

Hablan de acuerdos básicos pero satanizan todos los pactos políticos criminalizándolos a través de las instituciones que infiltran, sobre todo en la fiscalía. La esencia de la política es hacer pactos pero a los que los caviares no les gusta porque ponen en tela de juicio su poder o sus agendas globalistas de una moral relativizada hasta los límites del paroxismo que ellos llaman “inclusión”, los llaman componendas, repartijas y otros epítetos denigrantes y hasta delictivos. En síntesis, lo que quieren decir es que sólo con ellos se puede pactar porque ellos le dan el beneplácito de lo moral a pactos con Gino Costa, Marisol Pérez Tello, Gloria Montenegro o Mirtha Vásquez, entre otros. Un asco por donde se le mire, Los caviares son un tumor que debe ser extirpado de cuajo de la política y la vida intelectual peruana para que se ventile el ambiente maloliente y tiránico que bajo la tapadera de un republicanismo obsoleto sólo existe y les conviene a ellos. Son totalitarios. No admiten divergencias por la sencilla razón de que se creen la conciencia moral del país y por eso no pueden ser interpelados. Quién quiera pactar con ellos es un traidor al sistema democrático y de derecho, pues ellos lo utilizan para sus fines que no son otros que juzgar bajo su férula y meter a la cárcel bajo cualquier pretexto a quienes no piensan como ellos. Son basura humana, detritus con los que sólo cabe jalar la cadena nacional e internacional.

Por suerte es una realidad de que en el mundo tampoco les está yendo nada bien. La trilogía de rectoras feministas y caviares de las principales universidades de la Ivy League americana. acusadas en el banquillo de los políticos del todopoderoso Congreso de los Estados Unidos por permitir ataques a los judíos en nombre de la libertad de expresión mientras dejaban pasar los improperios de los manifestantes palestinos de Hamás, ha puesto en entredicho el andamiaje caviar de estas feministas por cuotas. Elon Musk ha mandado a la mierda a la corporación BlackRock, una empresa de inversión de capitales que premia con sus inversiones a empresas como Disney que ha degradado el legado de su fundador con agendas medioambientales y LGTBI+. En suma, los tiempos están cambiando y los caviares tienen ahora que subir la cuesta cada vez con mayor dificultad. Su asquerosidad ya no pasa desapercibida porque la verdad es que los caviares son un asco.

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