Los caviares y el caso Cócteles: la politización de la justicia
El fracasado montaje del Caso Cócteles ha puesto en evidencia la perversidad con la que ha venido operando nuestro sistema de justicia. Ha sido indignante ver cómo jueces y fiscales, haciendo uso y abuso del poder conferido, han politizado este caso que llevó a prisión a Keiko Fujimori, dos veces, durante dieciséis meses e involucró a más de tres mil testigos. Muchos dirigentes fujimoristas fueron imputados en el proceso, algunos también fueron privados de su libertad. Ahora, esta misma justicia, después de ocho años sin haber probado nada, corrige reconociendo que ha actuado mal.
Era previsible que el caso, sin sustento, se iba a caer. Los que tenemos la oportunidad de expresarnos libremente lo hemos reiterado enfáticamente en nuestras columnas de opinión.
La ley, la justicia y la verdad son los pilares en que se sustentan la libertad y el respeto a nuestros derechos. Debemos persistir para que la justicia prevalezca siempre. No podemos permitir que grupos interesados en “normalizar” el abuso y la corrupción se coludan para manipular nuestro sistema de justicia.
En la lucha por el poder somos testigos de la encarnizada disputa que libran los caviares por controlar el Ministerio Público, el Poder Judicial y buscan seguir influyendo en la JNJ para nombrar o destituir jueces y fiscales e imponer a sus allegados en el JNE y el ONPE. Ha quedado demostrado que los caviares tienen toda una maquinaria montada desde hace años que ha convertido nuestro sistema de justicia en una herramienta que utilizan para perseguir a sus adversarios, “empapelarlos” con denuncias, investigaciones y sentencias, perseverando indesmayablemente para llevarlos a prisión o invalidarlos políticamente.
Tampoco sería difícil validar la hipótesis de que la justicia, al involucrar en procesos judiciales a propietarios de medios de comunicación, habría generado temor en un sector de la prensa que, sintiéndose amenazada, se autocensuró u optó por no asumir a plenitud su compromiso de informar con la verdad. En este cargamontón no importó quién tiene la razón, ni qué es verdad o qué es mentira. “Miente, miente, que algo queda” ha sido la misma estrategia que emplearon contra Keiko Fujimori, Alan García, Pedro Chávarry, Tomás Gálvez y Manuel Merino. Sus aliados en la prensa repitieron tantas veces la misma mentira hasta que fuera percibida como una “indiscutible verdad” por las grandes mayorías.
Lamentablemente, muchos, por sus pasiones y odios, callaron cuando debieron levantar su voz y sumarse a otras voces que buscábamos hacernos escuchar ante tanta injusticia. Su silenciosa complicidad ha contribuido a minimizar los abusos perpetrados por quienes les correspondía impartir justicia en nuestro país.
El momento que vivimos no deja espacio para la indiferencia. Nadie debería mantenerse al margen frente a los abusos e injusticias que lamentablemente hemos dejado pasar.
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