Los comicios regionales y municipales y las ofertas electorales
A escasos dos meses de la realización de las elecciones regionales y municipales en el Perú, y en circunstancias que aún no se encuentran definidas las listas de candidatos que al final aparecerán como postulantes en las elecciones que se llevarán a cabo el próximo domingo 2 de octubre, es menester interesar a las agrupaciones políticas participantes la necesaria y oportuna difusión de sus ofertas electorales.
Es verdad de que más de una agrupación participante puede justificar el no hacerlo a estas alturas del proceso, pero siendo tan corto el tiempo que queda para que se lleve a cabo el mismo, es un derecho ciudadano el que la población, con su debida anticipación pueda tener a la vista las propuestas que se pretenden ofrecer, a fin de atender y/o solucionar los innumerables problemas que tienen los vecinos de los departamentos, provincias y distritos.
El proceso eleccionario de las autoridades subnacionales, como son las regionales y municipales, debe de servir como un sistema orientador que permita, con el transcurso el tiempo y por la reiterada presencia en actos electorales, que la conducta política del ciudadano mejore, haciéndola más razonable y responsable, especialmente, cuando este tenga que acudir a su mesa de sufragio para emitir su voto, en una elección general (de fórmula presidencial y de congresistas).
Como se ha llamado la atención en oportunidades anteriores, la aplicación del “voto informado” que fuera promovido por el Jurado Nacional de Elecciones desde hace más de quince años, puede ser útil en la medida que el ciudadano tome conciencia de su responsabilidad que significa conocer que, antes de votar, debe conocer los antecedentes del candidato, así como los compromisos que este asume, a través de las propuestas que presenta.
Si la información que proporciona el candidato, respecto a sus referencias personales, y lo que presenta su agrupación política que lo promueve, en cuanto a su plan de gobierno, queda únicamente como información para cumplir con los requisitos para inscribir las candidaturas, el llamado “voto informado” pierde su importancia y eficacia, pues su razón de ser no se ve efectivizada.
En reiteradas oportunidades se observa, y la experiencia así lo demuestra, que la información que se consigna en las hojas de vida de los candidatos y los planes de gobierno que se presentan, prioritariamente sirven como insumo para los medios de comunicación, a fin de producir noticias y difundirlas; por supuesto, y con todo derecho por ser una característica de la libertad de prensa, en el sentido que permita promover o condenar una determinada candidatura.
En consecuencia, lo que fuera la intención del órgano electoral que lo promovió y la del legislativo que lo institucionalizó, termina por verse desnaturalizada, al no ser usada como medio de información y orientación de la voluntad ciudadana.
Por esta misma razón considero que los resultados electorales serán buenos o malos, en cuanto satisfacen o no las expectativas de la población, como resultado de la actuación de las organizaciones políticas, pero fundamentalmente, de la conducta y comportamiento del elector al momento de votar.
Es decir, es el ciudadano el elemento más importante en un proceso electoral o consulta popular, el que, con su voto, decidirá y marcará el camino que tenga que seguir el funcionamiento del Estado, de la región, de la provincia o del distrito. De allí la importancia de continuar haciendo el mayor de los esfuerzos para conseguir que el común de las personas se preocupe e interese en conseguir información que le permita tomar decisiones con mejor criterio, basado en el manejo de datos que inspiren su actuación política.
En ese sentido, juegan un papel destacado el trabajo que desarrolla el periodismo de información y de investigación, así como los comentarios de los analistas políticos, independientemente de la inspiración ideológica que motiven sus opiniones, a fin de lograr que la participación ciudadanase encuentre debidamente orientada.
Y, por su parte, el ciudadano no debe de perder la oportunidad de aprovechar la ocasión de manejar la información que le permita, más adelante, no arrepentirse de su decisión.
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