Los cómplices del genocidio
La dictadura chavista no estaría dos décadas en el poder, tiempo que puede extenderse seis años más con la ilegal reelección de Maduro, de no haber contado con la complicidad de gobiernos que ampararon corruptelas, asesinatos, torturas, encarcelamientos y otros actos infames que han provocado una catástrofe humanitaria sin precedentes en la región.
Las cifras del desastre no dejan de alarmar y sorprender.
El 2018 la inflación fue un millón 800 mil por ciento, pero el Fondo Monetario proyecta que este año será de 10 millones. Como refirió un economista, a modo de ejemplo, si este mes usted compra un caramelo a un bolívar, a fin de año tendrá que pagar 100 mil bolívares por ese mismo caramelo.
La economía se contraerá más del 6 %, incrementando los niveles de miseria y desempleo, al mismo tiempo que lo único que repunta son los homicidios, más de 20 mil al año, la segunda cifra más alta del mundo y ocho veces mayor que en el Perú.
Como consecuencia de esta tragedia, Naciones Unidas estima que hasta diciembre el éxodo de venezolanos crecerá a cinco millones cuatrocientas mil personas, que se desplazarán principalmente hacia América Latina.
¿Quiénes son corresponsables de esta inmensa desgracia? ¿Quiénes apoyaron a un régimen que, a nombre del Socialismo del Siglo XXI, construyó un Estado fallido en un país con las mayores reservas de petróleo del planeta?
No es difícil identificarlos, comenzando por Cuba, que a cambio de prebendas petroleras organizó y respaldó incondicionalmente la dictadura, facilitando asesores políticos, agentes de inteligencia y expertos en temas militares.
El binomio Lula-Dilma en Brasil y los esposos Kirchner en Argentina, fueron sus principales blindadores diplomáticos por cercanía ideológica y turbios negocios, como la compra venezolana de 500 millones de dólares de títulos de la deuda externa argentina, operación por la cual Chávez y Néstor Kirchner habrían obtenido 50 millones de dólares en comisiones, según reportan los tribunales de justicia bonaerenses.
Daniel Ortega en Nicaragua, Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia también apoyaron las trapacerías del chavismo con el argumento de luchar contra el imperialismo norteamericano y para beneficiarse de la riqueza de la patria de Bolívar.
Un tercer grupo de cómplices son ocho naciones caribeñas, que permutaron principios democráticos por granjerías en petróleo y préstamos concedidos a intereses irrisorios.
Uruguay, El Salvador y ahora México del desconcertante Manuel López Obrador, porque esos gobiernos se califican de izquierda y torpemente embolsan en esa categoría a Maduro y su camarilla.
Todos esos regímenes, en suma, bloquearon con sus votos que la OEA aplique la Carta Democrática a Venezuela, callaron ante escandalosos fraudes electorales y gravísimas violaciones a los derechos humanos.
Y, si de responsabilidades se trata, tampoco eximimos a la Corte Penal Internacional, que desde hace diez años tiene 600 denuncias de crímenes de lesa humanidad y no ha movido un dedo para investigar ni tampoco a la expresidenta y hoy alta comisionada de las Naciones Unidas, Michel Bachelet, que tiene cinco largos meses en el cargo y no visita Venezuela ni Nicaragua, a pesar de los implorantes pedidos que le hacen.
Luis Gonzales-Posada
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