Los culpables del actual disparadero
La mayoría de la sociedad peruana le ha perdido confianza al sistema democrático. Particularmente al peruano. Claro, si es que podríamos llamarle “sistema democrático” a aquello que hemos vivido desde que, en 2011, los zurdos capturasen el poder con Humala; luego éste se lo cediese a Kuczynski a cambio de que ejecutara sus obras; después PPK renunciaría haciendo que Vizcarra asuma su gestión; para, finalmente, acabar ungiendo a otro socialista inepto como ellos apellidado Sagasti. Repasemos. Si a este enjuague alguien se cree capaz de llamarle sistema democrático, querrá decir que ha perdido toda la razón. La verdad es que estos cuatro jinetes del Apocalipsis, trajeados de presidentes, jamás gestionaron el Perú bajo el sistema democrático. Más bien lo administraron de manera antidemocrática; privilegiando su ego; beneficiándose primero ellos junto con quienes les rodeaban; y consintiendo -si no estimulando- una corrupción muy bien organizada y mejor protegida por gangstes privados y los poderes del Estado. Todo ello sumado a fomentar el compadrazgo en el aparato del Estado, para orientarlo a sostener a unos gobernantes prestos a castrar la libertad de prensa usando los recursos estatales, poniendo a su servicio a grandes medios periodísticos para que desinformen al pueblo y orienten al país de acuerdo al interés del ocupante de palacio. ¡Jamás cuidando el interés nacional! Por eso reiteramos que si alguien sostiene que las gestiones de Humala, Kuczynski, Vizcarra y Sagasti representan al llamado “sistema democrático”, sencillamente ha enloquecido.
La desinformación, amable lector, es el fundamento para narcotizar al pueblo y hacer lo que quiera palacio. Recordemos que en el quinquenio previo a la gestión del corrupto Humala, Alan García logró colocar al Perú en el ápice de los países tercermundistas y redujo de 58% a 23% la pobreza; respetando escrupulosamente la libertad de prensa y construyendo más escuelas, hospitales y mucha más infraestructura pública que sus antecesores en el poder. ¡Pero gobernó acatando las reglas del sistema democrático! Lamentablemente sus sucesores (el cleptómano Humala; su heredero y corrupto PPK; y sus dos legatarios, el miserable Vizcarra y el llorón Sagasti) no sólo deshicieron lo que había ganado el Perú (luego que Fujimori acabase con 25 años terrorismo, aparte del caos del primer régimen García que este enmendase en su segunda gestión), sino que administraron este país con tanta voracidad personal y con tal indiferencia hacia el pueblo que redujeron a cenizas, tanto la economía como el sistema democrático que, con muchísimo esfuerzo, pudieron recuperar los peruanos con resiliencia y tenacidad.
Hoy el comunismo cosecha las tempestades sembradas por Humala, PPK, Vizcarra y Sagasti, cuatros jinetes del Apocalipsis que manejaron el país al margen del sistema democrático y fuera del interés de la sociedad peruana. La culminación de su desastre es la crisis sanitaria, económica, política, laboral, emocional, etc., que enfrenta el Perú. Es decir, un auténtico atentado que nos coloca al borde de convertirnos en republiqueta comunista, en manos de gente no sólo contraria a principios como la libertad personal y la propiedad privada sino de politiqueros ligados estrechamente a sendero luminoso.
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