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Los culpables del caos

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Fecha Publicación: 17/12/2024 - 23:00
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La decadencia del Estado peruano no sólo es culpa de los regímenes presidenciales y de las bancadas congresales que lo conducen. Principalmente, es responsabilidad de los partidos políticos que propusieron a la ciudadanía a candidatos que no están a la altura de la obligación y del compromiso que significa asumir las riendas de una nación. Durante estas dos últimas décadas, nuestras agrupaciones partidarias han venido sucesivamente presentando a los peores postulantes para ejercer la presidencia de la República, como para aspirar a ocupar algún escaño legislativo.
Y coincide con este motivo, que haya venido imponiéndose una creciente descomposición del país, en general, que poco a poco ha acabado por hacer naufragar a nuestra nación. Al punto que hoy se encuentra encallada en un mar de pendencias, incapacidades, corrupción, atraso social, criminalidad extrema y, por tanto, autodestrucción social. Partidos como Fuerza Popular, Acción Popular, Alianza para el Progreso, Podemos y demás chauchilla que dice representar a lo mejor de la sociedad peruana, son los principales culpables del desastre nacional que los ciudadanos contemplamos muy decepcionados y, particularmente, mortificados. ¡Porque el Perú no merece tamaño atentado contra su bicentenaria historia republicana y acendrada cultura ancestral!
De las canteras de aquellos partidos políticos –que supuestamente representan a la élite política peruana– solo ha salido una escoria que persevera en gobernarnos desde que empezó este primer cuarto de siglo, de este tercer milenio, mutilando prepotentemente todas nuestras expectativas. Precisamente como resultado de la incompetencia de esa ralea política, hoy tenemos cuarenta –quizá setenta– partidos políticos “preparándose” para participar en las elecciones del 2026. Claro, ¡siempre y cuando el Perú llegue a esa fecha, gobernado por un régimen democrático que lo permita y organice!
Sin embargo, por lo que vemos, son esos mismos partidos que hemos reseñado los que siguen empeñados en esa misma monserga de siempre y, consecuentemente, anclados en la medianía de sus dirigentes/participantes, ávidos por llegar al poder para disfrutar de él a como dé lugar. ¡De ninguna manera, para trabajar por su país, como debiera ser el único acicate por el que la gente decente desee participar en política!
Hoy somos una nación castrada, donde la justicia está en manos de unas entidades financiadas por multibillonarios capitales opacos y foráneos: las tenebrosas ONG. Y un Estado en semejantes condiciones, amable lector, no ofrece garantía alguna para defender la democracia, la libertad y el progreso de los peruanos. Todo lo contrario.
Frente a semejante realidad, los ciudadanos solamente podemos esperar más de lo mismo. Vale decir, más miseria, más dolor, mayor criminalidad, extrema impunidad para los delincuentes, mayor castigo al éxito y, sin la menor de las dudas, muchísimo menos libertad para el hombre común y corriente.
La irresponsabilidad de aquellos presuntos líderes políticos o lideresas políticas que aún afirman capitanear “sus partidos”, no puede ni debe seguir atentando contra la estabilidad moral, económica y social del país. Consecuentemente, considerando que en escasos días arranca el año electoral, lo único que queda es enrostrarles a cada uno de ellos nuestra más absoluta indignación y repulsa.

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