Los «derechos naturales» y la lesa humanidad
Se supone que el derecho debería evolucionar en cuanto ciencia y praxis. Sin embargo, en el siglo XXI sucede todo lo contrario. De la ciencia del derecho propuesta en el siglo XX por Hans Kelsen y que derrumbó un montón de mitos sobre el derecho hemos vuelto a la época de las cavernas en donde estos emanan de la naturaleza. Así por ejemplo, se ha desarrollado un pretendido “derecho de la naturaleza” o “derechos de la tierra” que describe unos derechos “inherentes” como asociados con los ecosistemas y las especies, “similar a los conceptos de derechos humanos fundamentales”.
Seamos claros. No existen derechos inherentes de la naturaleza cualquiera que esta sea, incluida la humana. Y esto por la sencilla razón de que la naturaleza, tome como se tome, no confiere derechos ni obligaciones a nadie. Esto no es más que una superchería animista que supone que la naturaleza tiene una voluntad legisladora, algo así como si un volcán expresara su voluntad de sacrificios humanos a través de una erupción. En la historia del derecho esto se conoce como jusnaturalismo, especialmente vinculada en Occidente con la voluntad de Dios. Los derechos humanos se basan en cuanto su inherencia a la naturaleza humana en esta falacia. Seamos claros. Los derechos humanos existen debido a la voluntad legisladora humana por medio de leyes nacionales y tratados internacionales.
En otras palabras, son las normas jurídicas que se expresan a través de un “deber ser” las que imputan una conducta al ser humano que si las incumplen vienen aparejadas por una sanción jurídica en forma de coerción. Las leyes de la naturaleza también existen, claro. Se expresan y estructuran por medio de la causa-efecto. Esto a raíz de, por ejemplo, una ley aprobada en el Congreso en que se legisla que los así llamados de lesa humanidad rigen a partir de que el Estado peruano firmó la Convención de Roma en 2002. Esto significa que sí existe una norma jurídica integrada a nuestra legislación por vía constitucional que instituye la lesa humanidad una de cuyas características es su imprescriptibilidad. Pero todo eso a partir del 2002 porque las normas jurídicas en general, y las penales en particular, no son retroactivas salvo en materia penal cuando favorezcan al imputado o al reo. Los caviares no creen en la ciencia jurídica ni en los principios generales del derecho. Hacen política e ideología que disfrazan de derecho con interpretaciones y teorías antojadizas inverosímiles. Es cierto que la política y la ideología se pueden convertir en norma jurídica.
Para eso los caviares utilizan las ONG y la cooperación internacional. Por ejemplo, subvencionan las cortes de justicia internacional como la CIDH. Son sus clientes. A su vez promueven sus agendas en diversos países para que se conviertan en ley. El problema es cuando la ideología y la política fracasan en convertirse en norma jurídica y se esgrime el argumento jusnaturalista de los “derechos naturales”.
Eso es un atropello a la inteligencia y a la lógica y a las teorías del conocimiento. Tan es así que nadie juzgó a los archicriminales nazis por violaciones inherentes a los derechos humanos en Núremberg. Para ello fue necesario la Convención de Londres de 1944 que sentó las bases jurídicas del juicio y los delitos, pues los juristas aliados tenían bien claro que los nazis argumentarían el principio del derecho nullum crimen sine lege, es decir, no hay crimen sin ley y que ellos solo cumplieron con la legislación vigente en la Alemania nazi.
Los caviares también echan mano de los principios de derecho internacional del ius cogens, esto es, el consenso de los Estados sobre determinadas materias en el ámbito internacional convertidos en obligaciones jurídicas de cumplimiento obligatorio. El tema es que en el caso de los derechos humanos, por ejemplo, dos tercios del planeta no ha llegado a ese consenso, empezando por China y su tercio de la población mundial, o los países árabes. Ni los Estados Unidos están adscritos a la Corte Penal Internacional. En síntesis, si se tiene claro los fundamentos científicos del derecho descritos por Kelsen los caviares se quedan huérfanos de argumentos jurídicos y queda la evidencia de que solo promueven su agenda ideológica y política importándoles un bledo si hay derecho o no. Hay que tenerlo bien claro para combatirlos.
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