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Los eternos desastres naturales

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Fecha Publicación: 11/03/2023 - 23:00
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“Esto es responsabilidad de gobiernos anteriores que no hicieron un correcto trabajo de prevención. Ya lo hemos señalado reiteradas veces, cada vez que hemos tenido estos fenómenos (los gobiernos de turno) se ponen en alerta, pero cuando pasa se olvidan. Es culpa de los gobiernos subnacionales.”

La frase corresponde a la ministra de Vivienda, Hania Pérez de Cuéllar, refiriéndose a los graves daños que han producido las torrenciales lluvias desatadas en el norte del país, tras la aparición en nuestra costa de un ciclón (Yaku) proveniente del Oeste; y a la elevación de la temperatura del mar en aquellas mismas costas norteñas hasta los 26 grados Celsius. A pesar de no ser un país con dramáticos cambios climáticos -como ocurre en la mayor parte del planeta- la verdad es que resulta irresponsable que nuestro Estado carezca de un sistema profesional de medición atmosférica, a la altura de cualquiera otra nación. Porque, amable lector, Senamhi es apenas un muy mal narrador de hechos consumados, en vez de un buen sistema previsor de acontecimientos climáticos en las diferentes regiones que componen nuestro variado territorio. Acá nos enteramos de la presencia de las crisis atmosféricas cuando estas ya se encuentran causando daño encima nuestro.

Dicho esto -y esperando que Senamhi se convierta pronto en aquello que siempre debió ser- las declaraciones de la ministra de Vivienda tocan carne. Lamentablemente, apuntan al mal endémico peruano: la corrupción. Una marca vernácula que continúa expandiéndose; sigue sofisticándose y multiplicándose.

Porque, evidentemente, las normas para combatirla están plagadas de poros, facilitando que esta enfermedad social continúe extendiéndose cada vez más entre todas las capas sociales del Perú. Esto prevalecerá mientras permanezcamos estupidizados, alucinando que la informalidad es una simple tara nacional a la que no solo es inconveniente combatir, sino con la cual, más bien, “necesitamos coexistir porque permite que la población de bajos recursos cuente con algo más para vivir”, no contribuyendo al sostenimiento del Estado y estafando con el vicio de la evasión tributaria. ¡De cualquier impuesto! Desde el IGV, que es aquel que deberían pagar todos los ciudadanos, hasta el de Renta.

Volviendo a la acertada frase de la ministra de Vivienda, cada vez que la naturaleza vuelca su mal humor contra el Perú comprobamos que las promesas presidenciales fueron mentiras. Lo vemos ahora en Tumbes, Piura, Chosica o Chillón. ¡Lo que se ofreciera la oportunidad anterior fue falso!

Tras los graves perjuicios dejados por los fenómenos del Niño, hubo escasísima implementación de las multimillonarias obras preventivas ofrecidas. Un caso reciente fue la “Reconstrucción con Cambios” liderada por el expresidente Kuczynski, dizque para recuperar las ciudades norteñas y encauzar los desembalses por donde fluyen los ríos que atraviesan aquellas ciudades ribereñas afectadas por tantos eventos climatológicos que arruinan sus espacios vitales. Pero, repetimos, todo fue mentira. El Norte -con el ejemplo de la “Reconstrucción con Cambios”, donde PPK prometió invertir US$6,500 millones- está nuevamente bajo el agua, por lluvias incluso menos intensas,

¿Dónde están esos US$6,500 millones? ¿Qué demonios pasó?

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