Los expresidentes del antifujimorismo
La reciente orden de prisión preventiva por cinco meses contra Martín Vizcarra ha generado reacciones mixtas entre la ciudadanía. Muchos esperaban ya una condena firme por los casos de corrupción que lo involucran. La medida cautelar actual no debe descartar que pueda ser usada como una jugada, una "prisión" estratégica en pro de su victimización política. Vizcarra, astuto en el manejo de su imagen y favorecido por el eco de cierta prensa e "influencers", podría aprovechar este encierro para victimizarse, posicionarse como blanco de una "persecución política" y salir justo antes de las elecciones generales del 2026. Aunque su nivel de rechazo es alto, puede intentar endosar votos a algún candidato afín con el objetivo de formar una bancada congresal que le sirva de escudo político. Es una apuesta compleja, muy difícil, pero no ajena a las maniobras que ha ensayado en el pasado.
Con esta prisión preventiva, Vizcarra se suma al grupo de expresidentes elegidos principalmente por el voto antifujimorista caviar desde el año 2000 que terminaron tras las rejas. Todos llegaron a la presidencia como supuestos "salvadores", pero acabaron envueltos en escándalos de corrupción y autoritarismo (como el golpe gris y policial vizcarrista contra el Congreso y el autogolpe del prosenderista Castillo) que desnudan la descomposición o la degradación de la pauta de poder que se instaló pos-Fujimori. La narrativa del “mal menor” ha demostrado ser una trampa recurrente para el electorado.
Ollanta Humala está hoy encarcelado al lado de Alejandro Toledo y Pedro Castillo. Ahora los acompañará Martín Vizcarra. Ese escenario vuelve a llamar la atención internacional asombrada con la capacidad de Perú de encarcelar a sus exmandatarios.
Lo curioso, en la coyuntura, es que si Alberto Fujimori estuviera vivo en Barbadillo, tendría frente a él a quienes llegaron al poder izando la bandera del antifujimorismo que decía "luchar contra la corrupción y el autoritarismo". La historia del efímero poder es, pues, caprichosa.
Muchas interrogantes entonces continuarán planteándose entre los analistas, prensa, población y todo aquel atraído por esa feria de sorpresas y efectos que es la política peruana.
Una pregunta de fondo tiene que ver precisamente con el famoso "Fujimori nunca más" del que se valieron personajes como Toledo, Humala —con Nadine—, Vizcarra y Castillo para llegar a Palacio de Gobierno. Por ejemplo: ¿Con cuatro expresidentes en prisión el crecientemente desacreditado antifujimorismo profesional y vengativo... continúa teniendo el influjo para captar votos como aún creen algunos candidatos, asesores y grupos políticos?
La pregunta aborda un enfoque crítico sobre la vigencia del antifujimorismo como herramienta electoral en un escenario donde la corrupción ha afectado transversalmente a la clase política peruana. Los cancelatorios casos de los exmandatarios en prisión, otrora connotados antagonistas de Fujimori y sus herederos (e incluso del aprismo), lleva a estimar que ésta "identidad política negativa" puede persistir, pero quizá ya como un factor residual y con una capacidad en declive para definir elecciones.
La competencia electoral ha arrancado y será interesante ver cómo la imagen de los expresidentes encarcelados y elegidos por el antifujimorismo en los últimos 25 años impacta en las estrategias de comunicación y de campaña de quienes buscan relanzarse política y electoralmente con este recurso. Es decir: los "antis" reciclados. Hay que incluir aquí al antiaprismo y al incipiente antiporkysmo —calentando motores vía la politización fiscal— que los sectores caviares también buscan instalar para intentar sobrevivir entre el electorado nacional.

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