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Los fantasmas de la niñez

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Fecha Publicación: 05/08/2025 - 21:40
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Esta es la historia de una familia promedio de cualquier lugar, una familia disfuncional.
Se trata de un padre de familia, con dos hijos y esposa, quien no era capaz de dar amor, ni decir palabras positivas a los hijos, de esos padres reservados que solo saben de gritos y de mano dura, pero a pesar de ello, los chicos lo amaban.
Lo cierto es que este padre de familia siempre estuvo luchando con los fantasmas de su niñez y traducía eso en la carencia de afecto hacia su familia.
A pesar de esto, él y su hijo menor tenían una relación estrecha que comenzó a deteriorarse a medida que el chico crecía y se daba cuenta del proceder de su padre.
Una tarde, el padre llegó ebrio a su casa y comenzó a abusar de forma psicológica y físicamente de su esposa, los chicos que estaban en el cuarto escuchan los gritos e insultos, y salen a detener al padre a la fuerza.
Cuando los reclamos, lamentos, llantos y gritos se apagan, el padre aun tambaleándose por la borrachera y en medio de los reclamos sale de la casa, consciente que ha destruido su matrimonio y hogar.
Pasadas las horas uno de los hijos encuentra a su madre sentada frente a la puerta de la casa y le pregunta: ¿Qué haces acá mamá? Y ella responde estoy esperando a tu padre ya empecé a preocuparme por él, quizá esté en problemas.
El hijo sorprendido le responde; espero que se muera, la madre le tapa la boca y por el contrario le pide que vaya a buscarlo. Rato más tarde, lo ubica sentado, reclamándose por su comportamiento, el hijo al escuchar esto y llorando le dice: papá vamos a casa.
Al levantar a su padre, el hijo le dice te amo papá; tras escucharlo el padre, que habrá sentido la frase como un puñal en el corazón, intenta rechazarlo, pero el hijo insiste en darle amor y cariño.
Al entrar a la casa, la madre lo abraza fuerte y le dice vamos para que comas algo y puedas dormir, él balbuceando, quiere dar explicaciones y pedir perdón, pero ella no lo permite, no porque no lo desee sino porque entiende que no es el momento.
Muchas personas pensarán que la respuesta de la madre es tóxica, que está enferma o tiene una relación de dependencia, que necesita tratamiento, y quizá tengan razón. Sin embargo, lo cierto es que no importa cuánto hayamos arruinado nuestras vidas y el fondo que hayamos tocado, siempre habrá algo más poderoso que un abrazo, algo que puede soldar las heridas, enrumbar nuestras vidas y que nos hace mejores seres humanos, ¡eso es el amor!

Por Gustavo Martínez V. 

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