Los feminicidios: consecuencia de la violencia por quebramiento de los estereotipos de género

Esta semana se sumó, lamentablemente, otro caso de posible feminicidio: el de Sheyla Condor, de 26 años. En lo que va del año 2024, son ciento veintiuna mujeres asesinadas y cuatro mil novecientos quince alertas de mujeres desaparecidas, según informe de la Defensoría del Pueblo. Es necesario analizar las razones de la violencia contra las mujeres. Entre las respuestas planteadas se encuentra la oposición a mantener vigentes estereotipos de género y el cambio de patrones de comportamiento que quiebran los roles vigentes.
Hemos interiorizado un cúmulo de reglas y valores sobre lo que le corresponde a la mujer y al varón. Se ha construido y asumido como regulares una serie de patrones de comportamiento, socializados desde la familia hasta otras organizaciones más complejas, como la escuela, la iglesia, el centro de trabajo, los medios de comunicación, entre otros. Estas pautas de comportamiento, finalmente, encasillan a las personas dentro de lo que se considera correcto para lo femenino y lo masculino.
Subsisten estereotipos basados en el sexo, como la “mujer débil” o la “mujer sumisa”, lo que provoca límites para efectuar determinadas actividades o una disposición a obedecer o servir; por tanto, la imposibilidad de aceptar la capacidad de mando o de liderazgo de una mujer. O estereotipos de roles de género, como la “mujer madre” o “mujer dedicada a trabajos del hogar o domésticos”, es decir, predispuesta a desenvolverse óptimamente en ese ámbito. Finalmente, estereotipos interseccionales con relación a factores adicionales de discriminación, como su condición socioeconómica, su origen o su nacionalidad.
Más allá de ser o no ser feministas, no se puede negar que estos prejuicios han reforzado la desigualdad, siendo un factor para mantener o reforzar el poder y control, que es quebrado o se amenaza con quebrar por mujeres que se muestran contrarias a seguir estos patrones. Lamentablemente, mostrar abiertamente esta oposición determina la exclusión social o las reacciones violentas en los ámbitos más íntimos, que incluso pueden llegar a la muerte.
Entonces, ¿qué se puede hacer más allá de la sanción ante el aumento de las cifras de la violencia? Consideramos que la respuesta es socializar modelos o esquemas de igualdad. Los principales agentes de socialización de estos estereotipos deben cambiar. La familia y la escuela, para evitar la exclusión y la violencia, deben abandonar esquemas de diferenciación y asumir modelos de igualdad, con un reconocimiento constante de la fuerza, la autonomía, el liderazgo, la iniciativa y otras características positivas en cualquier ser humano, más allá de la realidad biológica o de la identidad u orientación que hubiera asumido.

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