Los guardaespaldas de Martín Vizcarra
El miserable Vizcarra no ingresó antier a la cárcel, como se esperaba que ocurriese. No siguió el ejemplo de lo que les sucedió a Humala, Fujimori, Kuczynski, Villarán y tantos otros investigados VIP, contra quienes la Justicia ordenó prisión preventiva a pedido del equipo fiscal especial Lava Jato, del que forma parte el fiscal Germán Juárez Atoche. Un tecnicismo de última hora insertado por su abogado – sospechosamente recogido por la juez María de los Ángeles Álvarez– bastó para que aquella magistrada cambie su sentencia. La jueza, amable lector, es la misma que homologó el pacto traicionero que suscribieron con Odebrecht los hollywoodianos fiscales Domingo Pérez Gómez y Rafael Vela Barba, y que luego devino en el perdón total para esta gavilla de gánsteres brasileños –(¿y sus socios locales Graña Miró Quesada, etc.?)– por parte del Ministerio Público. Incluyendo una megamillonaria condonación tributaria, sin que Odebrecht hubiese satisfecho las obligaciones mínimas que justificasen la “bula” otorgada por Pérez y Barba.
De modo que el fallo cómplice que el jueves vio el país, por parte del poder Judicial en beneficio del miserable Vizcarra, causa enorme malestar. Más aun, estando relacionada la jueza Álvarez con un acto controvertido, como aquel pacto secreto suscrito con Odebrecht. Otro hecho que abunda en esta justificada conjetura de favoritismos del sistema judicial hacia el miserable Vizcarra es que ningún medio periodístico del clan de la corrupción –defensores de Odebrecht– transmitió en vivo las audiencias de Vizcarra. A contrario sensu, durante las inacabables audiencias de Fujimori y demás opositores al vizcarrismo, Comercio, República, RPP y los canales 2, 4, 6, 7, 8, 9 cubrían durante diez, doce horas las audiencias a pesar de que las causales de pedido de prisión preventiva eran muchísimo menos sustanciadas que las que presentó el fiscal Juárez Atoche contra Vizcarra. Repetimos, la situación de Vizcarra no mereció un minuto de atención para la prensa corrupta, evitándole a la opinión pública tomar cabal conocimiento de aquellas gravísimas imputaciones que recaen sobre Vizcarra, el ídolo de la prensa canalla. Un tercer, importante aspecto que hay que tener en cuenta es que Vizcarra fue apoderado de Graña y Montero y correveidile de Odebrecht, operadores activos detrás de abundantes, todopoderosos jueces y fiscales que tienen mucho que ver con el rufián Vizcarra, a quienes Odebrecht y sus consorciados locales les deben grandes favores. Por si todo esto fuera poco, ocurre que Vizcarra utilizó a la policía política que inauguró, esa llamada Diviac, como su propia centralita de inteligencia, habiendo intervenido teléfonos, redes sociales, correos, etc., de varios jueces y fiscales supremos, viles directores de medios periodísticos, etc., quienes sabedores de la coyuntura ahora no dudan en solidarizarse con el alias lagarto Vizcarra.
En la otra orilla, los argumentos del fiscal Germán Juárez Atoche fueron de rechazo claro y firme a la corrupción, demostrando además decisión y resiliencia al ejecutar sus funciones en medio de un terreno sembrado de trampas y sorpresas para salvar al verdadero establishment peruano. Aquel que lideran Odebrecht y sus relacionados, entre quienes destaca el miserable Vizcarra.