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Los kurdos y la amenaza de una guerra extendida en Medio Oriente

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Fecha Publicación: 16/01/2024 - 21:30
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El conflicto en Medio Oriente pareciera extenderse. En efecto, a la guerra declarada de Israel contra la milicia palestina Hamás, que desde el 2006 controla la Franja de Gaza, luego de la masacre de más de 1,200 de sus ciudadanos, los ataques de la milicia libanesa Hezbolá a la zona norte de Israel y los asaltos y ataques de los hutíes, rebeldes yemeníes, a las embarcaciones aliadas de Israel en el mar Rojo, que fueron replicados militarmente por Estados Unidos y el Reino Unido, en las últimas horas debe agregarse el que Irán ha infringido por certero ataque específico en la ciudad de Erbil, capital del Kurdistán iraquí. La información que ha corrido es que se trata de una reacción del régimen teocrático de Irán por el asesinato selectivo de su celebrado comandante, el general Qasem Soleimani, en 2020, por Estados Unidos, y del segundo de las fuerzas del Hamás, Saleh al-Arouri, que se hallaba en Beirut, Líbano, recientemente, que hasta ahora no ha sido negado por Israel. Mirando así, el mapa del Medio Oriente, pareciera que el conflicto en esa región podría extenderse; sin embargo, siempre con un análisis detenido y desapasionado, no lo veo así.

Irán es un país poderoso y eso no se discute. De hecho, parte de su poder se expresa en su capacidad disuasiva sobre otras naciones del Medio Oriente. Pero, también es cierto que Irán ha venido siendo objeto de sanciones económicas por parte de occidente que no lo coloca en una situación, digamos, sólida y estable, como para sostener y solventar una guerra más extendida y duradera con actores de mayor tamaño militar, circunstancia a la que debe incorporarse el complejo frente interno iraní que el gobierno de Teherán ha debido soportar no pocas protestas sociales. En todo caso, el ataque de Irán sobre Erbil, sin soslayarlo, debe ser anotado en esta espiral de tensiones. Recordemos que el Kurdistán no es un Estado, pero quieren serlo. Se hallan en el Medio Oriente y ocupan y controlan parte de los actuales territorios de Siria, Irak, Irán y Turquía, y llegarían a los 60 millones, en su inmensa mayoría musulmanes sunitas, la rama más numerosa del islam –la otra es la chiita–, aunque también hay kurdos de la religión yazidíe, originaria de la nación, aunque hoy minoritaria. Es verdad que buscan constituirse en un Estado independiente pero también lo es que ninguna de las potencias del planeta ha adoptado medidas decisivas para hacer realidad el sueño kurdo. Más bien parecen haber sido utilizados. Coadyuvaron en la caída del Imperio Otomano –eso explica porque los turcos no los quieren– al comienzo del siglo XX y el conocidísimo acuerdo Sykes-Picot de 1916 por el cual ingleses y franceses se repartieron geopolíticamente la torta geográfica del Medio Oriente, fue el comienzo de sus frustraciones. Washington convirtió a los kurdos entre sus mayores aliados en la región para derrotar al Estado Islámico y luego los abandonó, quedando vulnerables ante el régimen turco. Por tanto, y a propósito de este reciente ataque iraní, convendría insistir en la necesidad de que la Organización de las Naciones Unidas, pudiera liderar en su momento, un proceso internacional para evaluar el status jurídico del pueblo kurdo y el futuro del esperado Estado del Kurdistán.

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