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Los orígenes de la extorsión nuestra de cada día

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Fecha Publicación: 18/10/2024 - 20:10
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La extorsión constituye una violación de nuestros derechos individuales y sociales, y ha sido uno de los delitos más antiguos identificados por el hombre. Nos referimos al acto de obtener algo mediante amenaza o acción de violencia, intimidación o coacción ilegítima. Recordemos que el Estado puede ejercer coacción legítima para hacer cumplir las normas.

En Mesopotamia y Egipto, el Código de Hammurabi (circa 1754 a.C.) contuvo sanciones severas contra aquellos que utilizaran el miedo o la violencia para obtener beneficios propios. Los faraones emitieron normas para combatir dichas prácticas, y fueron enfocadas contra el actuar de los funcionarios que abusaban de su autoridad.

En Roma, el delito de concussio era la extorsión cometida por funcionarios públicos en ejercicio de su cargo para obtener ventajas indebidas. La Ley de las XII Tablas (449 a.C.) ya recogía normas que castigaban la extorsión pública, ya que afectaba la estructura social, el poder y la imagen del Estado.

Durante la Edad Media, la extorsión pública fue ejercida por parte del señor feudal, que utilizaba su poder militar y territorial para exigir tributos o servicios indebidos. No obstante, surgió una clase económica fuerte representada por mercaderes y monopolios, a quienes terceros les requerían cantidades de dinero para no publicitar las malas prácticas o actos deshonestos que realizaban. Es ahí cuando surge la extorsión como hoy la entendemos.

En la era moderna, ese ilícito fue definido y diferenciado de otros delitos como el hurto, robo o el secuestro de las edades anteriores, a razón de un caso en el que una mujer, cuyo esposo la dejó por adúltera y, luego de haberse gastado el dinero con uno de sus amantes (dinero que había obtenido por la separación), empezó a enviar cartas a todos los hombres casados con quienes se había relacionado para que le enviaran dinero, bajo la amenaza de hacer pública la infidelidad con ella tenida (Zaffaroni, 1986).
Es así que surgió un nuevo acto ilícito: la extorsión, diferenciándose de otros por las amenazas o el uso de la intimidación para obtener beneficios. Por ello, lo esencial estaba en la violencia moral o la coacción psicológica, y la amenaza de causar daño físico o revelar información comprometida que afecte su honra o algún interés, si no se accede a lo requerido.

La Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (Acuerdo de Palermo, 2000) clasifica la extorsión como una actividad delictiva grave y vinculada a organizaciones criminales o mafiosas, en la medida en que suele ser una herramienta para financiar sus otras actividades ilícitas.
En el derecho anglosajón, el término “blackmail” surgió en Escocia cuando se debió pagar, bajo amenaza de violencia, un impuesto o renta adicional que se solía hacer con monedas de plata (whitemail). En América Latina y el Caribe, la extorsión está ligada al crimen organizado, guerrillas, cárteles y otros que compiten por ser más temidos que los demás, siendo la informalidad existente un catalizador de ella.

Recordemos que José Carlos Mariátegui, en su obra Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana (1928), nos indicó que ninguna reforma será completa si no se erradican las estructuras de poder que permiten la opresión y la injusticia. Es hora de cortar por lo sano.

* Abogado, docente universitario, consultor legal

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